2.1.06

Inutilízame

(Al abuelo de Mati que no conocí.)



Yo me envuelvo la rodilla en un paño y tú me golpeas con el rulo de amasar, fuerte, varias veces, hasta que la oigas crujir, un chasquido, y veamos que se hincha y se pone morada o negruzca, la sangre derramada por dentro, y así poder decir que sufrí un accidente, el caballo tropezó y me caí, me golpeé en la rodilla, la tengo inflamada, conseguir una baja del médico y librarme, ser eximido de formar el pelotón. Porque yo no voy a fusilar a nadie, ni aunque lo mande el jefe del Estado, ni aunque lo ordenase en persona el duque de Ahumada, ni aunque me arresten, ni aunque me fusilen. (Bueno, de esto último nadie puede estar seguro.) Vamos, Carmencita, atiza fuerte, da otra vez con más brío, ensúciame las rodillas con mi propia sangre y preserva mis manos de sangre ajena.

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