13.1.06

Heridas de amor

“Su dolor es severo y la enfermedad incurable, lo mejor es sacrificarla”. “Sí, qué remedio”, respondes al veterinario. Y mientras él le pone la inyección (ofrenda el sacrificio), descubres en tu mano el rasguño de hace sólo una semana, cuando todavía tenía fuerzas para arañar jugando. Está ya borrándose. Si mandaras en tu piel, lo guardarías para siempre.

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