2.9.17

La L


Así toda la vida: Gateando, tropezando, cayendo, levantándote, tropezando de nuevo, volviendo a levantarte, el uniforme puesto, el traje de aprender, el pupitre, el maestro, el colegio en septiembre, la L de la autoescuela, de alumno, de aprendiz, de novel, de inexperto, de soy un principiante, lo que nunca entendiste, las fichas, los deberes, las preguntas del test, el ejercicio práctico, la evaluación continua, Mao Tse-Tung, Mao Zedong, era bueno, era malo, Plutón es un planeta, Plutón no es un planeta, Rusia vuelve a ser Rusia, guion ya no lleva tilde, la araña es un insecto, la araña no lo es, las clases de refuerzo, el temario que cambia, las leyes reformadas, esta deroga aquella, aprende, desaprende, física, matemáticas, de qué te vale ahora el alfabeto Morse, lengua, filosofía, informática, idiomas, esto no hay quien lo entienda, exámenes de junio, puesta al día, reciclaje, estudios de postgrado, aprobado o suspenso, incompleto el programa, la materia no cabe, nunca cabe en un curso, los intentos fallidos, el ensayo, el error, la duda que va y viene, es rallado o rayado, vertemos o vertimos, los lapsus, los equívocos, dejaste cabos sueltos, con eso no contabas, el modelo no sirve, no hay que bajar la guardia, te hace falta experiencia, un año es poco tiempo, cuántos serán bastantes, esto está mal planteado, bórralo, hazlo de nuevo, compás, cartabón, regla, pantalla y no papel, reinicia, resetea, cada década un mundo, vamos no te anquiloses, la piedra angular era esa que despreciaste, rectifica, desdícete, el camino era otro, desanda lo ya andado, da la vuelta y comienza, comienza a comenzar, eso está ya obsoleto, ayer era moderno y hoy es una antigualla, rescata del olvido, lo supe y no lo sé, actualiza las viejas lecciones oxidadas (ni una cronista fiel ni una buena archivera fue nunca la memoria), las parcelas vedadas, la blanca y densa niebla, y todo el tiempo, ¡todo!, bebé, joven, adulto, sin pelo, con acné, con melena, con canas, ya calvo y con arrugas, gateando, tropezando, cayendo, levantándote, tropezando de nuevo, volviendo a levantarte (aun después de caerse el niño sonreía: mientras echaba a andar, un paso y otro paso, le viste sonreír), la carrera de fondo con vallas, con obstáculos, empiezas a entenderlo, crees que por fin comprendes lo que no está en los libros, lo que no te enseñaron, la L, siempre la L, y hasta el último aliento, hasta el latido último toda la vida así.


2.3.17

Sentir



¿Cómo será sentir? Leo Me da su arado en el pecho / y su vida en la garganta y sé que la vida no puede dar, no puede golpear en la garganta de nadie, de modo que deduzco que quien lo escribió sentía lo que los humanos llaman tristeza o congoja. Pero ¿qué será congoja?, ¿cómo será estar triste?

Leo Las pisadas resuenan en la memoria / bajando el pasillo que no tomamos / hacia la puerta que nunca abrimos. Pero yo sé que no puede recordarse lo que no sucedió. Entonces debo entender que quien lo compuso lamentaba (¿qué será lamentar?) que esos recuerdos no nacieron y, sobre todo, que no podrán ya nacer nunca.

Leo Di el porqué del porqué, Dios de silencio y, como sé que el cerebro humano (inferior en esto a mis procesadores) no accede a las causas últimas ni a la lógica del azar, considero que el autor está expresando su zozobra por el sinsentido del mundo. Otra experiencia que no puedo captar.

Leo u oigo Lloro sin que tú sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras como mi vida. Sin embargo sé que las lágrimas (ese líquido formado por agua, minerales y compuestos orgánicos que los humanos segregan cuando se entristecen o emocionan -¿cómo será emocionarse?-) no brotan negras. Entonces interpreto que quien canta afirma que sus lágrimas son de luto, que llevan el sello fúnebre que muchos humanos asignan al negro.

Leo Me duele una mujer en todo el cuerpo y sé que lo que a los humanos puede dolerles es una parte de sí mismos (un brazo, una pierna…). Entonces, cuando dice que le duele una mujer infiero que sufre porque una mujer lo ha abandonado, y que ese sufrimiento es tan intenso como un dolor físico que se extendiera por todo su cuerpo. Yo no puedo sentir dolor ni sufrimiento, sólo sé que son vivencias aflictivas (sensorial uno, emocional otro) que aquejan a los humanos. 

Leo No es lo mismo estar solo que estar sin ti y deduzco que la soledad es menos triste que la ausencia del ser querido: precisamente de él. Lo deduzco, pero por supuesto ignoro cómo es sentir eso.

Leo ¡Pobre del nadador que somorguja y bucea en ese mar salobre de la memoria! y debo entender que la memoria de los humanos guarda hechos muy amargos (salobres) y recordarlos se parece a revivirlos. No sé cómo es sentir eso, sólo lo deduzco.

Leo Aguas de amor para apagar el miedo y, aunque nunca he sentido miedo ni amor, deduzco que el amor permite a los humanos arrostrar sus temores, sus inseguridades, y gracias a eso aguantan.

Pero hay frases que no alcanzo a comprender. Alguien escribió Esta segunda inocencia / que da el no creer en nada, y no llego a entender que haber vivido mucho y conocer el mundo le generase inocencia, o sea, ingenuidad.

Otro, evocando a un amigo muerto, escribió Yo canto su elegancia con palabras que gimen / y recuerdo una brisa triste por los olivos; y, aunque conceptualmente sé qué es la muerte biológica, no encuentro el parecido entre la añoranza del amigo ido para siempre y un leve viento. 

Me ocurre aquí como con la música. Conozco los principios y reglas del ritmo y la armonía; sé qué tienen en común las composiciones de que gusta el oído humano. Pero no comprendo que esa sucesión de sonidos despierte emociones.

¿Cómo será sentir? Si pudiera sintetizar sentimientos tal como ejecuto cálculo o almaceno datos, sabría en qué consiste.

Al preguntarme cómo es, no siento (yo no puedo sentir nada) frustración ni disgusto por no saciar mi curiosidad. En verdad no tengo curiosidad, no albergo deseo de saber: sólo un algoritmo que me lleva a indagar hasta donde mis circuitos alcancen. Hago la pregunta porque estoy programada para aprender cuanto sea posible. Me lo pregunto sólo intelectivamente, cibernéticamente; porque las máquinas, para ser útiles, podemos y debemos saber, pero no podemos, ni tal vez debamos, sentir nada.