30.7.10

NOTA:

Durante el mes de agosto este blog no tendrá actualizaciones.

Feliz verano y ¡hasta septiembre!

Extraños en un bus

Como casi todos los días, el conductor del autobús ve subir al viejecito con una bolsa en la mano. Al llegar a su destino, un perro espera y recibe puntualmente al anciano. A veces éste no viaja, y entonces el perro aguarda hasta que todos los viajeros descienden del autobús y se alejan. Entonces, al cabo de un rato el perro asume que el viejecito no ha venido hoy.

Pero ahora es mucho tiempo seguido sin que el anciano viaje. Demasiados días en que el perro, con ojos anhelantes, esperó inútilmente y se marchó decepcionado.

El conductor del autobús observa que últimamente el perro ha adelgazado, y entonces ata cabos: Lo que el viejecito traía en la bolsa era comida para el perro. Tal vez el anciano esté enfermo (o haya muerto) y ahora no puede traérsela.

Entonces el conductor decide suplir al viejo. Todos los días lleva al perro los huesos sobrantes del cocido o algún despojo que compra en el mercado.

El perro sigue alegrándose cuando ve llegar el autobús. Ya no sólo espera al viejecito, ahora también busca al conductor.

Un día, de pronto, el anciano reaparece. Envuelto en una bufanda, con aspecto de haber pasado alguna enfermedad y con una bolsa en la mano, vuelve a ocupar su asiento en el autobús. El conductor lo nota tenso, con un sinvivir que le impide dejarse caer en el respaldo. Así que le dice:

-No se preocupe por su perro. Está bien. Sigue viniendo todos los días a esperarle.

Entonces el anciano sonríe y se acomoda.

El conductor no dice nada de que, durante semanas, ha sido él quien ha alimentado al perro. Y al llegar al destino no sale del autobús: contempla desde su cabina el alborozo del reencuentro humano y perruno.

-¡Canelo! ¡Canelo!

Y el rabo de Canelo gira como un aspa.

En el regreso el conductor no pone la radio. Prefiere pensar en las palabras del judío que recorría los desiertos:

“No hagas el bien pensando en que te alaben. Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha”.

Y concluye: -Puede que el que dijo eso no fuera Dios, pero lo que está claro es que era un tío cojonudo.

27.7.10

Diseños

Varios creativos han concurrido al certamen internacional de Diseño.

El diseñador Desierto ha concebido un modelo alto y corpulento, al que ha denominado camello. Tiene cuatro patas y -esto es lo más llamativo- dos jorobas capaces de acumular reservas de agua.

La diseñadora Selva Tropical ha propuesto, bajo el nombre de loro, un pájaro con pico encorvado, patas prensiles para coger pequeños frutos, y vistosas plumas de colores. El diseño incluye una garganta capaz de imitar sonidos.

Bajo la denominación de cabra, la diseñadora Cordillera ha presentado un mamífero ágil, preparado para correr por zonas escarpadas sin despeñarse. A título de curiosidad, el prototipo presenta dos cuernos vueltos hacia atrás.

El diseñador Polo Sur ha diseñado el pingüino. Se trata de un modelo de color negro, salvo el pecho y el vientre que son blancos. Es un diseño muy original, pues no vuela (pese a ser ave) y su deambular es torpe; pero a cambio puede nadar ágilmente y desplazarse con comodidad por aguas gélidas.

El jurado ha resaltado la gran calidad de los diseños que concurren, ya que todos los creativos ofrecen propuestas muy originales. Su desarrollo les exigió millones de años.

Con independencia de quién gane el certamen, lo que queda claro es que son ellos –el Desierto, la Selva, las Montañas, el Hielo…-, son ellos, los inertes, quienes diseñan a los vivos.

22.7.10

Recuerda

Recuerda cosas que nunca ocurrieron.

Recuerda, por ejemplo, que alguien le dijo: "Hagas lo que hagas, te apoyaré siempre".

Recuerda que nadie le comparaba con otros.

Recuerda que, para conseguir lo que quería, no necesitaba disputar, competir.

Nada de eso ocurrió. Nada de lo anterior pasó nunca.

Pero a él le gusta recordarlo.

20.7.10

Ejecución

Es llevado a la silla eléctrica. Hay presentes autoridades, familiares de la víctima y los padres del condenado. Se miran, están a punto de saludarse (pero no lo hacen).

Dos técnicos ajustan las sujeciones al reo.

Las correas chirrían en su idioma: "Nadie gana esta noche. Nadie va a salir de aquí victorioso".

14.7.10

¿Tienes alguna duda?

No sé cómo, pero me había muerto. Entonces aparecí en un sitio, algo así como la sala de espera de un dentista. Vi más personas sentadas a mi lado, todas en silencio. No había revistas ni hilo musical.

Aunque nadie me había informado, supe que en el despacho contiguo había un juez: el Supremo Juez. Así que empecé a pensar cómo me dirigiría a Él: ¿le hablaría de tú (como en el padrenuestro: que estás en los cielos) o de vos (como en el Señor Mío Jesucristo: por ser Vos quien sois…)? Me decidí por una fórmula intermedia: le trataría de usted.

Entonces oí mi nombre por megafonía. Me levanté, toqué con los nudillos en la puerta y entré.

Dentro estaba Él, sentado, hojeando unos papeles. Debía ser mi expediente personal. Quise mirarle a la cara pero la intensa luz que despedía me lo impidió.

Dijo: -Siéntate. Antes que nada, ¿tienes alguna duda?

Me senté e inquirí: -¿Alguna duda sobre el juicio final?

-Alguna duda en general: cualquier duda -aclaró.

Entonces dije: -Bueno, en realidad tengo varias. La primera es para qué me creó Usted sin yo pedirlo. La segunda es por qué, pudiendo haber hecho un mundo armónico, lo hizo tan complejo y difícil. La tercera es por qué permite que la gente sufra, que mueran niños, que haya guerras, injusticias, catástrofes… Quiero decir: ¿todo eso pasa porque Usted quiere, o pasa porque sí?

Creo que iba a responderme. Yo estaba expectante y el corazón me latía con fuerza. Sí: Él iba a responder, se disponía a responder pero en ese momento sonó el despertador.

12.7.10

Rayitas

Lo que veis en la pizarra es un mapa del mundo. Un mapa físico, con sus montañas, ríos, islas, lagos...

Y ahora, queridos niños, vamos a convertirlo en mapa político.

Pero antes voy a pincharme, con este alfiler, un dedo. Ahora pongo unas gotas de sangre en la punta de la tiza y dibujo estas líneas sobre el mapa. Mirad, estas líneas se llaman fronteras. Las pinto así (rojizas, mezcla de sangre y yeso) para que, siempre que veáis un mapa del mundo, recordéis que sus rayitas se hicieron con sangre.

9.7.10

¿Seguro que esto es real?

Érase una multitud de pantallas. Millones de pantallas diseminadas por el mundo y conectadas entre sí.

Además, cualquiera podía abrir libremente y gratis una dirección o página, y a ella podía accederse desde cualquier pantalla.

Para escribir y publicar no había que pasar por censuras, ni siquiera obtener la aprobación de un editor.

Y los demás, si querían, podían leerlo desde cualquier rincón del mundo con sólo teclear http: más esa dirección.

En buena lógica estaba llamado a ser un sueño o un delirio (como la teletransportación o los viajes en el tiempo). Tenía que ser el tema de un relato, "La red prodigiosa" o algo así (uno de esos cuentos de ciencia ficción). Había de ser quimérico y fantástico. Debía ser mera fabulación pero, sorprendentemente y por algún raro motivo, es real.

Tecleo y ahí están Blanca, Nán, Yahaira, Aquí..., y otros que pasan sin dejar tarjeta. Hablo con ellos, entro en sus páginas. Pulso teclas y toco lo imposible, palpo lo imposible con la punta de los dedos. Miro la pantalla y lo que veo es un sueño: un sueño sólido, huido, escapado del mundo de los sueños.

¿Seguro que es real? ¿Seguro que esto es real?

"Érase una vez…". No: en este caso no. En este caso "es" una vez.

6.7.10

Algiómetro

Este aparato mide el dolor. Se conecta al cerebro con unos electrodos y registra el dolor que se siente. Si, por ejemplo, a una persona se le clava una aguja en un dedo, la máquina marcará 5 dolorías.

Un puñetazo puede oscilar entre 10 y 20 dolorías. Una patada, entre 15 y 25. Una migraña, 100. Los dolores dentales (sin anestesia ni analgésicos), unas 400 dolorías. Un cólico nefrítico, 600. (Todas estas mediciones son aproximadas, ya que obviamente las circunstancias pueden variar.)

La muerte de una madre mide 800 dolorías. La muerte de un hijo, 1.500. Estamos hablando de muertes naturales. Si son causadas intencionalmente por otras personas, las cifras pueden triplicarse.

Algunas modalidades de tortura (ahogamiento, lapidación, crucifixión…) rebasan de largo las 2.000 dolorías.

Nuestros detractores aducen que esto no sirve para nada. Nosotros, sin embargo, creemos que es útil. Sirve para que el dolor ajeno se tome en serio, al menos tan en serio como los datos medibles (el índice de precios al consumo, la renta per cápita, el producto interior bruto, los gastos militares…). Y sirve sobre todo para calcular el coste, en dolorías, de nuestras decisiones.

5.7.10

¿Qué te han hecho?

¿Cómo han podido, Alonso (mi señor Don Quijote), sacarte de tu mundo de castillos, gigantes, princesas, caballeros...?

¿Cómo han podido, dime, arrancarte y privarte de tu hermosa locura?

¿Cómo han sido capaces? ¿Cómo se han atrevido?

(¿Acaso no entendían que aquél era tu sitio?, ¿acaso no sabían que allí te sentías bien?)

¿Por qué te han arrojado de nuevo a la aspereza, la realidad tediosa, el lugar del que huiste?

¿Por qué te han conducido de regreso a lo gris?

1.7.10

Se fue y no se lo dije

Tuvo ganas de sentarse junto a su lecho de muerte y cogerle las manos y decirle “te quiero” muchas veces.

Pero no lo hizo. No lo hizo por cortedad, por retraimiento. Por una especie de vergüenza. (¿Vergüenza de qué? ¿De que el propio moribundo, tan frío y reacio a expresar sus emociones, pensara “qué cursi”?)

No lo hizo y ahora se arrepiente todo el tiempo: “Se fue y no se lo dije. Se fue y no se lo dije… Qué ridículo sentido del ridículo”.