26.11.12

Soldadito español


-Qué armas tan raras llevas.

-¿Raras? Para raras las tuyas. ¿Cómo se llama ésta?

-Es un cañón de mano.

-¿Y cómo funciona?

-Al prender esta mecha se provoca una explosión dentro del caño. Entonces la bola de hierro que antes he metido sale disparada.

-Así ya podrás. ¿Contra quién luchas?

–Contra los moros. Y tú, ¿a quién pretendes vencer con esa espada tan corta? Como el enemigo sepa usar la pólvora, vas listo.

-¿Usar qué?

-La pólvora. Es una mezcla de salitre, azufre y carbón. Al prenderle fuego estalla, y lo que pongas encima (una piedra, una bola…) sale disparado con mucha fuerza.
  
-Pues espero que los romanos no tengan de eso. Yo lucho contra ellos. Quieren ocupar este lugar y quedarse con él, mandar aquí. Y tú, ¿contra quién has dicho que batallas?

-Contra los moros. Es una guerra muy larga. Nadie sabe ya cuándo empezó. Creo que todo vino porque cruzaron desde África y tomaron nuestra tierra. Vamos, que nos invadieron. Pero de eso debe hacer muchísimo tiempo. Ahora intentamos conquistar Granada. Con ayuda de la pólvora creo que podremos, aunque no te creas: ellos también la usan. Yo hasta hace poco peleaba con una ballesta. Tensaba el muelle, apuntaba al enemigo y lanzaba la saeta. También se me daba bien disparar con arco.

-Perdonad que interrumpa vuestra charla. Yo también soy soldado. Y algunas de mis armas son éstas: el arcabuz (un tubo que dispara bolas de hierro) y la pica (una lanza larguísima para acometer al enemigo).

-¿Y contra quién luchas?

-Me mandan plantar cara a los flamencos.

-¿Los qué?

-Los que defienden Flandes. No sé bien dónde está (creo que hacia el norte de Europa) ni qué se nos ha perdido allí. Antes batallé en Nápoles y tampoco sé qué pintábamos en ese sitio. Mañana parto para Flandes con mi regimiento.

-No he podido evitar escucharos. Mirad mis armas. Esto es un fusil. Es parecido a tu arcabuz, pero más elaborado. No dispara bolas sino balas (una especie de cilindros de plomo). Además puede disparar varias balas seguidas sin tener que recargarlo cada vez. Pero tenemos pocos fusiles. Muchos soldados deben arreglarse con un trabuco, una especie de escopeta. El enemigo tiene armas mejores. Pero aun así no podrá con nosotros.

-¿Y contra quién guerreas?

-Contra los franceses. Han invadido España y raptado al rey. El emperador francés quiere que  su hermano (le decimos Pepe Botella) sea el nuevo rey de España. Curiosamente algunos españoles (los llamados “afrancesados”) le apoyan, pero la mayoría no se lo vamos a consentir.

-Y tú, el del penacho, ¿dónde peleas?

-Pues no sé bien. Creo que es una guerra civil entre españoles, aunque también hay extranjeros metiendo la cuchara. Yo voy a favor de la reina Isabel. Es la hija del difunto rey Fernando. La caballería la defiende contra los partidarios de Carlos (que por eso se llaman “carlistas”). El tal Carlos es hermano del rey Fernando y dice que el nuevo rey debe ser él, y no su sobrina, porque las mujeres no pueden heredar el trono. Se ve que de ahí viene todo el lío.

-¿Y quién lleva razón?

-Pues la verdad, no sé quién tiene más derecho. Ni cuál es mejor ni peor, ni qué nos conviene. Lo único que tengo claro es que, gane quien gane, yo no voy a sacar ningún beneficio.

-Bueno, tengo la impresión de que en eso estamos todos a la par. Exponemos el cuerpo, ofrecemos la vida sin saber para qué. Perdemos brazos, piernas..., morimos y matamos sin saber para quién. Si mañana cayerais en la batalla, ¿sabrías para qué habríais muerto? ¿Sabríais en provecho de quién habríais dado la vida? ¿Sabríais quién obtendría ganancia con vuestra muerte? ¿Sabríais si vuestro sacrificio valió la pena? Yo, desde luego, no.

-Ni yo.

-Ni yo.

-Ni yo.

-Ni yo tampoco.

21.11.12

La huida


La coneja ha salido a comer. Busca con avidez las bayas, hierbas… Traga deprisa, no sólo porque tiene hambre (ha de ingerir más comida porque está amamantando a sus gazapos), sino porque cada segundo que esté fuera aumenta el riesgo. El peligro de ser devorada.

El ataque puede venir de cualquier sitio. Los felinos no avisan. Están siempre al acecho y sorpresivamente embisten con sus garras. Ni tampoco los zorros, las serpientes… Incluso desde el cielo puede llegar la muerte. Hay águilas que apresan con sus patas ganchudas y a menudo golpean con su gran pico curvo.

La coneja termina de comer y vuelve a la madriguera. Respira con alivio. Por fin está en su casa.

Pero no, ahí tampoco está a salvo. A la madriguera entra un hurón. Es pequeño y delgado, tanto como la propia coneja (por eso ha podido entrar), pero posee afilados dientes que atraviesan la carne.

La coneja echa a correr. Tiene que alcanzar otra salida, huir de ese refugio (laboriosamente excavado por ella) que de pronto se ha convertido en una trampa. 

Menos mal que la madriguera tiene varias bocas. La coneja escapa por una de ellas. Sabe que en los túneles han quedado sus crías. Sabe también que no volverá a verlas: que ya nadie mamará de sus pechos. 

La coneja corre hacia los matorrales para esconderse tras ellos (ahí fuera puede haber humanos provistos de escopetas). Mientras corre, con su pequeño cerebro se pregunta algo parecido a ¿habrá un sitio, un solo sitio en el mundo, en el que yo pueda estar segura?

9.10.12

La guerra de papá


-Papá, ¿tú estuviste en la guerra?

-¿Te refieres a la guerra civil?

-Sí. Es que hoy han hablado de eso en el colegio.

-Pues sí, por desgracia estuve. Tenía 22 años y me llamaron a filas. Es una suerte que vuestra generación (vamos: tus compañeros y tú) no hayáis tenido que vivir una guerra.

-¿Y mataste gente?

-Pues no sé. Disparar, disparé. Al igual que a mí me disparaban los del otro bando. ¡Qué remedio! Era eso o que te mandaran fusilar. En realidad, me alegré cuando me hirieron en el Jarama. Como estuve cojo varios meses, ya no tuve que volver al frente. Me quedé de ayudante en el hospital al que me llevaron.

-O sea, que en el fondo te vino bien que te hirieran.

-Pues sí, hijo: quizá gracias a eso me salvé.

-Querrás decir “nos salvamos”. 

2.10.12

PadrePerfecto


El robot PadrePerfecto no se equivoca nunca. Por eso son cada vez más los padres y madres que le confían la educación de sus hijos.

PadrePerfecto no pega.

PadrePerfecto no grita.

PadrePerfecto no crea miedos infundados. PadrePerfecto no miente.

PadrePerfecto nunca incurre en los mismos defectos que censura a los niños.

PadrePerfecto siempre cumple sus promesas y advertencias. Nunca promete aquello, bueno o malo, que no podrá cumplir.

PadrePerfecto no cede ante las rabietas.

PadrePerfecto sabe decir no.

PadrePerfecto no pierde la paciencia.

PadrePerfecto no pierde la coherencia.

PadrePerfecto no es más indulgente cuando está de buen humor, ni más severo cuando está de malas (PadrePerfecto nunca está de malas).

PadrePerfecto prefiere premiar a castigar. Pero impone castigos cuando hay que hacerlo. Y aun así, lo hace amorosamente, mostrando su disgusto al niño por tener que castigarle.

PadrePerfecto nunca está cansado ni nervioso. En cualquier situación mantiene la calma.

PadrePerfecto siempre tiene tiempo de escuchar a los niños.

PadrePerfecto es firme pero no rígido. PadrePerfecto es tierno pero no blando.

PadrePerfecto no compara a unos niños con otros.

PadrePerfecto no encasilla a los niños. PadrePerfecto no pone etiquetas.

PadrePerfecto no hace por los niños lo que ellos pueden hacer por sí solos.

El robot PadrePerfecto está disponible en versión padre o madre. También puede adquirirse la pareja.

A pesar de su nombre, PadrePerfecto no es un padre (ni una madre) perfecto. Para serlo necesitaría cometer de vez en cuando algún error. Y a continuación abrazar a ese niño y, mirándole a los ojos, decirle "Perdón, me he equivocado". 

20.8.12

Momentos estelares de la humanidad


Aquí con un arcabuz, la primera arma de fuego.

Aquí dibujando bisontes en las paredes de una cueva.

Aquí destruyendo Dresde.

Aquí fundiendo cobre.

Aquí arrojando una bomba sobre Hiroshima.

Aquí llorando porque a su hijo lo ha devorado un tigre.

Aquí muriendo de hambre en Namibia.

Aquí circunnavegando el planeta.

Aquí respirando ciclón B que sale de los grifos.

Aquí erguido y desplazándose de continuo sobre dos extremidades.

Aquí embarcando esclavos en África.

Aquí dos grupos luchando (con lanzas y huesos puntiagudos) por establecerse en este valle.

Aquí batallando en Lepanto.

Aquí fundando Dresde.

Aquí desplegando misiles de largo alcance.

Aquí derruyendo el muro de Berlín.

Aquí andando por la Luna.

Aquí encadenando voces para formar una frase.

Aquí arrojando napalm sobre la gente.

Aquí adorando al sol.

Aquí asaltando el Palacio de Invierno.

Aquí guerreando en Waterloo.

Aquí erigiendo el muro de Berlín.

Aquí tallando una piedra para hacerla cortante.

Aquí saqueando Roma.

Aquí grabando símbolos en una roca.

Aquí reconstruyendo Dresde.

Aquí frotando dos palos para encender fuego.

¿Alguien ha cambiado el orden? Me parece que esto estaba dispuesto de otra manera. Bah, tampoco importa mucho. Por regla general siempre hicieron las mismas cosas. Pizca más o menos, siempre se comportaron igual.

7.8.12

Y regresarte


Esta máquina invierte los procesos biológicos. Hace que los tejidos vivos, en vez de envejecer, rejuvenezcan. Si se usa con una planta, ésta deja de crecer y retorna a la semilla. Si es con una mariposa, regresa a la larva.

Aplicada a este montón de polvo, recompone su estructura originaria. Se agrupan los elementos químicos (calcio, magnesio, fósforo…) formando masas óseas. De ahí brotan tendones, ligamentos, cartílagos, fibra muscular y finalmente vísceras. Adquiere forma humana: cuerpo des-descompuesto. Algunas partes se vacían de gas. Hidratado el conjunto, se ablandan los tejidos. Aumenta su temperatura hasta 36 grados. Desaparecen la inicial lividez y las verdosas manchas. La carne adquiere un tono entre blanco y rosado. Los vasos sanguíneos se tersan. La sangre se licúa y empieza a circular, gracias a que el corazón inicia su bombeo. Se activa el sistema nervioso. Alguien que murió hace varios siglos se incorpora, extrañado, y pregunta ¿Qué hago aquí?

26.6.12

Naipes


Aprende de tu clon. Los dos empezasteis con las mismas cartas genéticas pero él las jugó mejor. Cuando tú pusiste el 2 de copas, él jugó el 6 de espadas. Mientras tú vagueabas en el instituto, él aprovechó el tiempo. Cuando tú pusiste el 7 de oros, él jugó el 3 de bastos. Mientras tú te diste al sedentarismo, él hacía deporte. (Y claro, tu salud se resintió y la suya no.) Cuando tú echaste el 5 de copas, él puso el 4 de oros. Mientras tú te quedaste a vivir en el pueblo, él se fue al extranjero y prosperó deprisa. Es verdad que luego sufrió aquel accidente, pero no fue culpa suya, fue simple mala suerte. Y eso no cuenta. Lo que importa es que a ambos os repartieron las mismas cartas cromosómicas pero él las jugó mejor que tú. Así que aprende de él. Aprende de tu clon. 

12.6.12

Porque éste es mi cuerpo


Ayer morí. Es decir, murió mi cuerpo. Mi corazón estaba ya muy desgastado y, aunque al final ha habido que ayudarle a detenerse, se habría parado igual de un momento a otro. Poco antes me han extraído el cerebro y lo han conectado a un cuerpo sintético. Al cuerpo de plástico (y de látex, metal, fibra de vidrio) que soy ahora.

Así que de mi viejo cuerpo lo único que sigue vivo es el cerebro. Se ha adaptado bien a mi nuevo organismo (esta técnica está muy avanzada).



Desde mi nuevo cuerpo y con mis ojos sintéticos he presenciado la combustión de mi vieja estructura.

Han metido mi cadáver en un horno y lo han calentado a más de mil grados. Mis tejidos, mis músculos, mi sangre, mis vísceras… se han evaporado. Se han convertido en humo gris marengo.

De mi cuerpo sólo han quedado cenizas, trozos secos de hueso: fosfato cálcico, una pizca de carbono, algo de hierro. Residuos de lo orgánico resistentes al fuego, pedazos de materia que rechazan ser gas y se mantienen sólidos.



Así que adiós a mi cuerpo: al que fue engendrado, al que nació de un útero. Al que creció conmigo. Al cuerpo de carne donde anduve siempre.



Mientras mi cuerpo se desintegraba he recordado algunas historias vividas en él:

Aquella vez que, siendo niño, me arrancaron las amígdalas (un borbotón de sangre saliendo de mi boca). Aquellos granos que brotaron a los quince y fueron la tumba de mi adolescencia. Las muelas del juicio que tuvieron que extraerme. Los esguinces que sufrí jugando al baloncesto. Cuando me graduaron la vista y me pusieron gafas. El horrible vértigo que me hacía agarrarme a las paredes. El pólipo aquel que hubo que extirparme. El día que me operaron del tabique nasal…  [Aquí podrías tú, lector, añadir las erosiones de tu cuerpo.]

Pero también he recordado avatares y cambios: las hormonas revueltas, la barba y el bigote que emergieron, los pantalones quedándose cortos, el pelo que se fue cayendo, la piel que se arrugó…

(Nada de eso pasará en mi nuevo cuerpo: en mi cuerpo sintético.)



Y aunque mi relación con el cuerpo (con mi cuerpo de carne) nunca fue buena, al verlo arder mis nuevos ojos han enrojecido y han derramado lágrimas de plástico.  


18.5.12

Mirando al mar


El abuelo contaba a su nieto la primera vez que, con veinte años cumplidos, vio el mar.

-Entonces no se viajaba casi nunca. Tuve que esperar a hacer la mili para salir del pueblo. No como tú, que desde que naciste todos los veranos te han llevado a la playa.

Y el nieto, en vez de compadecerle, sintió envidia: “Qué suerte, poder conservar la impresión de ese encuentro, el instante en que sus ojos descubrieron, por primera vez, el mar”.  

27.4.12

Quisiera decir tu nombre


Va a la ferretería a comprar tuercas y arandelas. Al pasar por la sección de pinturas se queda mirando las latas. Hay cientos, y en cada una un rótulo con el color de la pintura y su nombre. Se para y lee:

Blanco mármol. Blanco mate. Blanco satén. Blanco marfil…

Verde olivo. Verde laguna. Verde manzana. Cetrino…

Azul cobalto. Azul pastel. Cárdeno. Índigo…

Gris plata. Gris niebla. Gris ceniza. Gris acero…

Marrón cuero. Marrón mostaza. Caoba. Vainilla…

Escarlata. Carmesí. Bermellón. Burdeos…

Sepia. Granate. Magenta. Púrpura…


Pasa más de una hora leyendo los envases. Pide un bolígrafo y anota aquellos nombres. Llena varias cuartillas. Las guarda en el bolsillo.

Seguramente ya conocía esos colores pero, sin llamarlos –sin saber su nombre-, nunca los vio del todo. (Las cosas sin nombre, ¿son del todo reales? Las cosas que no tienen una palabra o voz donde ser ellas mismas, ¿existen plenamente?)

Intenta retener cómo son el púrpura, el cárdeno, el sepia, el bermellón…

Al final, casi olvida lo que iba a comprar.

Sale de la ferretería con las tuercas y arandelas, pero sobre todo se lleva un botín de palabras. 

23.4.12

Mentirosos


Los ojos son dos globos con fibras y mucosas. Dentro hay músculos, líquido, nervios, secreción, venas. Es todo cuanto amas cuando amas dos pupilas.

Tu perro no te quiere: es un instinto ancestral, fruto de la simbiosis con humanos. Desde tiempos prehistóricos ayudaban a los hombres a cazar. Éstos, a cambio, les dejaban apurar los huesos.

La alegría, la esperanza son procesos neuronales. Prueba a comer sesos de oveja o de vaca: no te sabrán a sueños.

El cielo no es cielo ni tampoco azul. Son gases atmosféricos que envuelven la geomasa. Ondas electromagnéticas hacen el resto.

El arco iris no existe. Es luz que se refracta: puro subjetivismo.

Fenómenos, reacciones. Física y química (como aquella asignatura en el instituto). Así es todo lo que amas.

Y ahora ya puedes tener los pies en el suelo, afrontar la realidad tal como es.

Pero si no resistes, diles sencillamente: “Sentidos, percepción: ya sé que me engañáis. Sé que estáis confundiéndome, haciendo que perciba meras irrealidades. Pero, aunque nada de esto que amo exista realmente, lo que yo experimento -este amor- sí es real".

11.4.12

Madrecita


No te juzgo a ti sino a tus circunstancias.

Eres mujer, y madre, y pobre, y vives en un sitio donde no hay hospital gratis, y tienes un hijo enfermo y va a morir.

Si no le operan ya, se va a morir.

Y son tus circunstancias, y eso juzgo.

Porque buscaste el dinero y no lo obtuviste.

Nadie te ayudó. Nadie te prestó.

Desesperada, pensaste en cualquier cosa. Lo que fuera. Prostituirte incluso, pero es lento.

Y el dinero para la operación urgía. Había de ser ya.

Y entonces alguien te sugirió hacer de “mula”.

Tragaste cocaína envuelta en bolas de plástico.

Por volar con ellas daban dinero. Si conseguías llegar, te pagaban bien.

Sólo habías de jugarte la vida y la libertad. (Si se rompía una bola, estabas muerta. Si descubrían tu carga, estabas presa.)

Pero si todo salía bien, después del aeropuerto te pagaban.

Once horas de vuelo aguantando el miedo, aparentando serenidad, tragando nervios, notando las bolas moverse en tu vientre.

Pero al llegar, la policía sospechó. Tu sudor, tu rostro…, qué más da.

Te llevaron a comisaría. Te retuvieron. Hablaron de hacer una placa, una radiografía.

Tenías miedo, el tiempo pasaba, acabaste confesando entre sollozos.

Y ahora te juzgo. No a ti sino a tus circunstancias.

(¿Qué habría hecho yo en tu piel? Quizá lo mismo. O no: soy un cobarde. No tragaría bolas, habría dejado morir a mi hijo. Sí, probablemente.

En verdad te admiro, señora acusada, rea de narcotráfico, madre, madrecita.)

El abogado alega estado de necesidad. Pide que te exima, que te absuelva del delito.

Pero no lo hago. No puedo hacerlo.

Hay mucha gente en tus circunstancias… Absolverte sería legalizar eso. (Tanta gente es pobre, tiene hijos enfermos a los que hay que operar…). No, no puede ser.

Mira lo que escribo. “No consta probada la necesidad”. “Pudo solicitar un crédito” (lo hiciste), “pedir dinero a su familia” (lo hiciste), “a las instituciones, a la Caridad” (lo hiciste).

Pero yo escribo -tengo que escribir- que no lo acreditas, que no consta agotaras todos los medios, todas las posibilidades, todos los recursos.

Así pues te condeno. No a ti –entiéndelo- sino a tus circunstancias, pero en nombre de ellas te encarcelo a ti.


23.3.12

Puntos


Desde el avión se divisan puntos móviles. Pequeños puntos ahí abajo. Puntos atravesando las calles, corriendo a esconderse en los refugios.

El piloto militar se fija en uno de aquellos puntos, uno cualquiera, y se pregunta:

¿Es una mujer o un hombre?

De niño, ¿quién meció su cuna? ¿Le contó alguien cuentos?

¿Está enamorado?

¿Tiene hijos? ¿Los lleva, cada día, de la mano al colegio?

¿Toca el piano?

¿Le gusta el fútbol?

¿Cuál es su plato favorito?

¿Se le da bien hacer cuentas?

¿Escribe acaso poemas a escondidas?

¿De qué se rió por última vez?

¿Con quién proyecta cenar esta noche? (Y no, no creo que cene.)

Se da cuenta de que está divagando. Tiene órdenes que cumplir, así que ha de centrarse en su misión. Desciende varios pies de altura hasta situar el avión a la distancia óptima del objetivo. Los puntos, ahora, se ven un poco más grandes. Pulsa el botón de descarga y, justo encima de aquellos puntos, deja caer varias bombas.



16.3.12

Hasta luego, Diego


Mi amigo Diego murió hace tres años. Sin embargo, esta tarde me lo he encontrado en una calle de Edimburgo. He tenido que venir a Escocia por motivos de trabajo, y al salir de una reunión me he topado con él. "¡Diego!", he dicho, y él no se ha dado por aludido. He repetido su nombre y entonces me ha mirado con extrañeza. Me ha costado trabajo explicarme, no sólo porque mi inglés no es bueno sino sobre todo porque cuanto más miraba a aquel hombre más me ha parecido mi amigo.

"Perdone" (he intentado excusarme), "me he equivocado. Es usted igual que un amigo mío".

"No tiene importancia. Me llamo Larry", ha dicho él. Y me he dado cuenta de que también su timbre de voz es idéntico al de Diego. Tras lo cual él me ha preguntado (sin duda a raíz de oír mi acento) "¿es usted italiano?".

"No, español", he respondido.

El caso es que me he atrevido a invitarle a un té, que finalmente han sido un té y varias copas. Nos hemos contado nuestras vidas y, aunque la suya no tiene mucha similitud con la de mi amigo, por momentos he tenido la sensación de estar hablando con Diego.

Le he explicado también cómo era mi amigo. "Físicamente era igual que tú" (lo bueno del idioma inglés es que no distingue entre tú y usted, así que en ningún momento hemos tenido que decidir tutearnos). "El parecido es asombroso, incluso el pelo y los lunares. En lo demás Diego era alegre, apasionado, chispeante... Recuerdo la última noche que estuvimos juntos. Salimos a cenar, bromeamos y al final nos despedimos como siempre: `Hasta luego, Diego´, dije yo. Y él contestó `Hasta más ver, Rafael´. En español son frases con rima. Al día siguiente Diego murió de un infarto".

Después Larry y yo hemos hablado de fútbol, de música, de cine (Larry escribe críticas en un periódico)...

Nos hemos dicho adiós con un apretón de manos. Aunque hemos anotado los teléfonos, no tengo previsto volver a Edimburgo, así que probablemente no nos veremos más.

Mientras me he girado para ir al hotel he pensado, para mis adentros, "Hasta luego, Diego". Y en ese momento Larry, como si me hubiera oído, me ha tocado en la espalda y ha dicho "Hasta más ver, Rafael". 

1.3.12

200 metros lisos

Pero ¿cómo pudo meterse en el estadio, escabullirse entre las vallas, los vigilantes, las gradas, y colarse en las pistas? ¿O fue que alguien del público lo soltó? El caso es que arrancó a correr poco después que los atletas. Y qué humillación tan espantosa verle cruzar la meta por delante del plusmarquista. (Se comprende que éste no levantara los brazos.) Así que ¿a quién le adjudicamos el oro olímpico: al tricampeón o al más rápido? Porque en el reglamento no dice que el vencedor tenga que ser humano. Y es que, en fin, ¡si hubiera sido un ejemplar de raza (qué digo yo: un pura sangre, un galgo…)!, pero coño, ¿cómo vamos a permitir que suba al pódium un gato callejero?

22.2.12

Ya no te pinta

Nadie puede elegir no crecer y evitar que un verano, al llegar los feriantes, se te quedó pequeño el tiovivo, el carrusel, el tren de la bruja…

No sólo achicaba tu jersey, tu pantalón; también decrecía el mundo.

De pronto te veían hacer lo que hasta entonces y oías “¿no te da vergüenza?”, “¡te pintará!”, “con lo mayor que eres”.

Y tocó arrumbar el muñeco abrazable, los cuentos de tu madre, las viñetas del tebeo: lo que amabas (y aún amas). Adiós; lo siento mucho pero estáis despedidos.

Sin embargo hoy, con treinta años, en la noria te desquitas. Todo es distinto ahí arriba.

Luego ves, en los coches de choque, el mismo cartel que colgó aquel feriante: “No se responde de objetos deteriorados”.

¿Y si fuera el mismo feriante? De niño, hace veinte años, le preguntaste

-¿Qué significa “deteriorados”?

Y él contestó:

-Escoñaos.

Pero sí: parece él. Te acercas a la taquilla y fingiendo acento extranjero le preguntas, mientras compras la ficha:

-Poj favoj, señoj, ¿qué significa “deteguiogados”?

1.2.12

Renacer

Para protegerse del pasado cambió de ropa, cambió de aspecto, cambió de nombre, cambió de apellidos, cambió de trabajo, cambió de casa, cambió de ciudad, cambió de país… Y allí –donde todo era nuevo y distinto, donde nadie sabía nada de él-, decidido a defenderse del pasado y resuelto a ahuyentarlo con todas sus fuerzas, se dispuso a empezar su otra vida.

25.1.12

Metamorfosis

A los 14 años le gustan las rimas de Bécquer, oye en el tocadiscos canciones melódicas y cree en la religión que le han inculcado.

A los 18 años aquellas rimas le parecen cursis. Lee a Sartre, a Nietzsche, a Camus. Oye a Pink Floïd y a los Rolling Stones. Abjura de la música melódica. La fe religiosa le deja y se declara agnóstico.

A los 20 años decide que nunca se casará ni tendrá hijos porque no tiene sentido traer más gente a este mundo de mierda.

A los 26 años se casa y trae un hijo a este mundo de mierda. Para apaciguar su conciencia se afilia al Partido Comunista por ser el único que puede transformar la sociedad y procurar una vida justa y pacífica.

A los 35 años se da de baja en el Partido tras llegar a la conclusión de que el colectivismo anula el estímulo personal y lleva a los pueblos a la ruina económica.

A los 37 años se da cuenta de que no sabe quién es, ni en qué cree, ni qué quiere.

A los 40 años se divorcia de su mujer y vuelve a pensar que nunca debió casarse.

A los 43 años se casa otra vez. Con su nueva pareja decide no engendrar hijos y adoptar una niña. Viaja a la India, con su esposa, para recogerla, y al abrazar a su hija adoptiva se siente reencontrado.

Acaba de cumplir 46.

A efectos del Registro Civil ha sido siempre (un nombre y dos apellidos, un único carné de identidad) una sola persona: siempre la misma, desde donde dice “nacimiento” hasta donde dirá “defunción”. A todos los demás efectos ha sido muchas (¿siete, diez…?, ¿cuántas?) personas distintas.

11.1.12

De otra manera

Hay muchos universos y en cada uno ocurren las cosas de modo distinto. Digamos que pasan de todas las formas posibles.

En este universo, por ejemplo, Europa fue descubierta por los americanos. Llegaron a bordo de enormes canoas. En unas cuantas décadas conquistaron todo el continente. Gran parte de los europeos fueron reducidos a la esclavitud y obligados a trabajar en las plantaciones que establecieron los americanos. Los europeos del norte fueron brutalmente aniquilados (sólo quedan algunos descendientes en las llamadas “reservas”). La mayoría de las lenguas europeas, como el español o el inglés, desaparecieron. Sus idiomas oficiales son ahora el quechua y el aimara.

La población negra, tecnológicamente más desarrollada que la de raza blanca, se lanzó a la llamada “trata de esclavos”. Capturaron a miles de hombres blancos y, atados con cadenas, los llevaron en barco a África. Allí los vendieron como esclavos al servicio de los negros. Tanto ellos como sus hijos eran legalmente “cosas”: objetos que se usan, se rompen o se tiran.

Un grupo étnico (los alemanes, vulgarmente llamados “arios”) por circunstancias históricas hubo de emigrar y dispersarse por la Tierra. En uno de los Estados más cultos del mundo los “arios” fueron perseguidos, recluidos en guetos y campos de concentración, y sujetos a trabajos forzados. Seis millones de ellos fueron exterminados en cámaras de gas, en lo que se conoce como el “holocausto ario”.

La riqueza planetaria está pésimamente repartida. Mientras el continente africano vive en el derroche, el llamado “tercer mundo” (Europa y Estados Unidos) sufre el azote continuo de las epidemias, el analfabetismo y las hambrunas.

Hay un sinfín de universos, paralelos pero distintos. En cada uno de ellos las cosas suceden de diferente modo. Digamos que pasan de todas las formas posibles.