1.3.12

200 metros lisos

Pero ¿cómo pudo meterse en el estadio, escabullirse entre las vallas, los vigilantes, las gradas, y colarse en las pistas? ¿O fue que alguien del público lo soltó? El caso es que arrancó a correr poco después que los atletas. Y qué humillación tan espantosa verle cruzar la meta por delante del plusmarquista. (Se comprende que éste no levantara los brazos.) Así que ¿a quién le adjudicamos el oro olímpico: al tricampeón o al más rápido? Porque en el reglamento no dice que el vencedor tenga que ser humano. Y es que, en fin, ¡si hubiera sido un ejemplar de raza (qué digo yo: un pura sangre, un galgo…)!, pero coño, ¿cómo vamos a permitir que suba al pódium un gato callejero?

3 comentarios:

Elena Beatriz Viterbo dijo...

¿y por qué no?
bueno, como conocedora del mundo felino que soy, te diré que si pone ojitos, seguro que no le dan un premio, le dan un millón.

:)
buen relato, o micro. Original.

saiz dijo...

Gracias, Ángela. Quería expresar que a menudo nos creemos la cumbre de la naturaleza, los reyes de la ión", y en realidad no somos líderes en casi nada. Las aves migratorias se orientan mejor que nosotros, los perros huelen y oyen mejor que nosotros, muchos animales son más veloces (corriendo, nadando, volando) que nosotros... Como especie deberíamos ser más humildes.

saiz dijo...

los reyes de la creación.., quise escribir.