21.12.07

Te resistes

Ellos creen que aún tú crees
en los reyes de enero
(compran furtivamente, escribís una carta,
el día de antes, por la tarde, vais a verlos pasar)
y tú con tus seis años
no quieres, te resistes
a arrancar su ilusión.


FELIZ NAVIDAD A TODOS

19.12.07

Comprar

Quería comprarse un amigo. Pero no un amigo de conveniencia, de ésos que se mueven por el interés. No, no deseaba un sucedáneo. Lo que él quería adquirir (en efectivo o con tarjeta) era un amigo de verdad.

17.12.07

Misión cumplida

(Basado en una historia real.)

M. tenía 48 años. Un domingo, justo al terminar su jornada laboral, colocando la última colcha de la última cama de la última habitación del hotel, M. se desplomó delante de mí. Al principio pensé que estaba bromeando, haciéndose el derrotado en el preciso instante de acabar el curro. Pero cuando vi sus ojos entreabiertos, su boca babeando y el color ceniza de su cara me di cuenta de que no era una broma.

El enfermero del hotel intentó la reanimación cardiopulmonar hasta que llegó la ambulancia. Le metieron varios chutes de adrenalina y le aplicaron el desfibrilador, pero no hubo nada que hacer. Finalmente lo llevaron en la ambulancia al hospital para que allí certificaran su muerte por infarto.

Ese día yo había estado todo el tiempo con M. Ya por la mañana, mientras cocinaba el desayuno, me comentó que estaba cansado, que había salido tarde del otro trabajo. Durante todo ese día no le vi fumar un cigarro ni beber un trago de alcohol, pero sí le vi cocinando, fregando, limpiando, llevando camas de un piso a otro…

La salud de M. estaba muy tocada. Fumaba bastante y, como buen escocés, le encantaba el güisqui. Es posible que, de todas formas, no hubiera aguantado mucho. Pero ese día no murió por su manera de vivir: ese día murió reventado, delante de mí, en el último empujón para meter la cama supletoria debajo de la principal.

Después de aquello aún tuve que limpiar esa habitación (número 314, two single beds and one double), retirar las cajas de adrenalina, las cápsulas, las jeringuillas, los adhesivos de los parches… y todo mientras pensaba: no pudo morirse en su casa o a primera hora, no, tuvo que acabar su trabajo, terminar su jodida jornada laboral.

3.12.07

Piso compartido

Mi pareja y yo tenemos fobia a las cucarachas. Y más aún a sus cadáveres.

Un día apareció una cucaracha muerta en un rincón del comedor, detrás de una estantería. Yo simulé no haberla visto, y mi pareja (según me confesó luego) también. Ambos esperábamos que el otro la viese y la tirase. Pero no: el uno por el otro, la cucaracha sin barrer.

El cuerpo del insecto (al que llamé Gregorio Samsa) permaneció allí, panza arriba y de córpore insepulto, durante medio mes.

Finalmente ninguno de los dos la tuvo que retirar. Lo hicieron, poco a poco, las hormigas.