30.3.10

Qué pintas

-¿Pero qué pintas ahí, vestido del ku klux klan, con una cruz de palo, plagiándome? No, hombre: si eso ya lo hice yo cuando los romanos (aunque te aseguro que no iba ataviado así, como un fantoche, con esa enorme túnica y ese cucurucho en la cabeza…). Vale que te inspires en lo de la cruz, pero échale imaginación. ¿No crees más bien que a ti te toca hacer... otras cosas?

26.3.10

Aparta de mí este cáliz

No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero
(A. MACHADO)



Admitiendo que un relato alegre es una tragedia a la que faltan sus últimas páginas, se propone una Pascua que termine antes de aquella cena.

Habría desfiles procesionales:

En un paso estaría Jesús dando mandobles, echando del templo a los mercaderes.

En otro aparecería en el Tiberíades, andando sobre las aguas. Para que don Antonio cantase...

Un tercer paso recogería la escena de Lázaro. Cuando le dan la noticia de que ha muerto y, en honor a la amistad (y para desconcierto de teólogos), Jesús llora.

En otro figuraría entre un montón de chavales: jugando con ellos al escondite o pateando una pelota (“Dejad que los niños se acerquen a mí”).

Cerraría la procesión la entrada en Jerusalén. Como en las demás cofradías, el caperuz estaría prohibido. Los nazarenos gritarían “hosanna” y marcharían, igual que el Maestro, a lomos de un burro.

23.3.10

Suponiendo

Si LUIX XVI hubiera sido Luis a secas, y hubiera tenido que cultivar de sol a sol, a cambio de una ínfima peonada, las tierras de un aristócrata,

...entonces tal vez habría presenciado, con gran complacencia, las ejecuciones en guillotina del rey de Francia y de la reina María Antonieta.


Si ROBESPIERRE hubiera sido hijo de un noble francés, y hubiera frecuentado los salones de la alta sociedad y las fiestas en la corte de Versalles,

…entonces tal vez se habría opuesto a la revolución y habría odiado a quienes gritaban libertad igualdad fraternidad.


Si NICOLÁS II hubiera sido Nicolás a secas, y hubiera nacido en una cabaña de madera, y trabajado siempre como siervo, y pasado hambre y frío en las estepas rusas,

…entonces tal vez habría apoyado la abolición de la propiedad y la colectivización de la tierra, habría asaltado el Palacio de Invierno y habría tomado parte en la ejecución del zar, la zarina y sus hijos.


Si LENIN hubiera sido hijo de un terrateniente, y en las tierras de su padre se hallaran ocupados más de cien campesinos,

…entonces tal vez le habrían parecido escandalosas las ideas de Karl Marx y se habría enfrentado al partido bolchevique.


Si DOLORES IBÁRRURI hubiera sido hija de un banquero, y vivido en una casa suntuosa servida por criados, y hubiera sido educada con gran refinamiento por una institutriz, y nunca hubiera probado el sabor de lo injusto,

…entonces tal vez habría deseado la derrota de la república en la guerra civil.


Si FRANCISCO FRANCO hubiera sido hijo de un jornalero, y nunca hubiera podido ir a la escuela, y desde los nueve años hubiera tenido que labrar el olivar de un señorito andaluz,

…entonces tal vez habría sostenido que la tierra es para el que la trabaja, habría pedido armas para defender la república, habría luchado contra los facciosos en el 36 y habría exclamado no pasarán.


(Es probable que muchos opinen que plantear estas hipótesis, y sobre todo escribirlas, carece de utilidad. Dirán que son elucubraciones sin sentido. Y llevarán razón.)

22.3.10

Poesía animal

Esta mañana se ha metido en el coche, mientras movía el rabo de contento, creyendo ir de excursión como otras veces. Pero una hora más tarde su dueño ha parado el motor, lo ha sacado fuera, ha vuelto a subirse y ha arrancado. Sin él.

Lo ha dejado ahí, en medio de una gasolinera, abandonado.

Han pasado dos horas y su amo no ha vuelto.

Está aturdido, sin saber qué hacer ni dónde ir.

La alegría me dejó
esta mañana.
Donde hubo confianza ahora hay
ansiedad,
extraña mezcla de soledad y miedo.
Nunca había probado esto que ahora siento.
Desconocía cómo es
la tristeza.


El perro ha compuesto un turbador poema sobre la desolación y el desgarro. Un poema que ni tú ni yo vamos a leer.

18.3.10

Poesía oral

Cuando le operaron de una hernia, el hombre de letras tuvo que compartir la habitación del hospital con otro enfermo. Era un anciano desahuciado, del que no se separaba nunca su mujer.

Al entrar el anciano en fase terminal, los enfermeros colocaron una cortina divisoria entre ambos pacientes, para preservar mínimamente la intimidad del moribundo y evitar que el compañero de habitación tuviera que presenciar la agonía.

Con la cortina en medio no se podía ver lo que pasaba al otro lado, pero sí oír.

Entonces, desde su cama, el hombre de letras oyó a la mujer del anciano decir:

-Me agarro a tus manos para ir donde tú vayas.

-No te pierdo. Nunca se pierde a aquél a quien se quiere.


Y el hombre de letras cogió un bolígrafo y se apresuró a anotar esas palabras: frases poéticas cazadas al vuelo, sublimes poemas espontáneos de aquella mujer que, poco antes, le había referido ser analfabeta.

16.3.10

Unos habrían sido otros

Nacieron en un mundo desigual.

Unos nacieron en una familia rica y, cuando crecieron, aspiraron a conservar sus propiedades. Fueron conservadores.

Otros nacieron en una familia pobre y, cuando crecieron, aspiraron a salir de la miseria. Fueron revolucionarios.

Ninguno nació conservador ni revolucionario. Fue el entorno, el alrededor, quien los hizo así.

Si los conservadores hubieran nacido en una familia pobre, habrían sido revolucionarios. Si los revolucionarios hubieran nacido en una familia rica, habrían sido conservadores.

Los explotados habrían sido explotadores. Los explotadores habrían sido explotados.

Unos habrían sido otros, y otros habrían sido unos.

Se enfrentaron con saña. Mataron y murieron. (En Francia 1789, en Rusia 1917, en España 1936…; ¡tantas veces y en tantos sitios!)

Se decía que luchaban por las ideas. Sí, por las ideas sobre cómo repartir las fábricas, la tierra… De modo que no por las ideas, sino por las cosas.

Así pues, eran productos de su circunstancia. Unos y otros eran títeres de la materia.

15.3.10

Tenía 12 años

Tenía 12 años. Acabó de leer El principito. Llegó al párrafo en que el aviador (ese aviador que no se identifica pero se supone que es el propio Saint-Exupéry) dice:

Éste es, para mí, el paisaje más bello y más triste del mundo… Aquí fue donde el principito apareció en la Tierra y luego desapareció…

Si llegáis a pasar por allí, os lo suplico: no os apresuréis; esperad un momento, exactamente debajo de la estrella. Si entonces un niño se acerca a vosotros, si ríe, si tiene cabellos dorados, si no responde cuando se le pregunta, adivinaréis quién es. Sed, entonces, amables. No me dejéis tan triste. Escribidme en seguida, decidme que el principito ha vuelto
”.

Y entonces le invadió una extraña tristeza. Porque se dio cuenta de que, si bien podría releerlo muchas veces, nunca más podría descubrirlo. Nunca más podría sentir la fascinación, el asombro de encontrarlo.

Tenía 12 años y aún le quedaban algunas cosas por descubrir. Pero ya no más, ya nunca más El principito por primera vez.

12.3.10

Una conversación privada

Mientras estaba sentado en el tribunal, su esposa
le mandó a decir: “No te metas con ese justo, que
hoy, en sueños, he sufrido mucho por su causa”.
(Mt 27,19)



-¿Qué piensas hacer con el agua?

-¿Qué agua?

-La que has usado para lavarte las manos.

-Pues tirarla, ¿qué quieres que haga?

-La suciedad pasará a la tierra y se quedará para siempre.

-Bien, pues dime qué crees que debo hacer. ¿Ahorcarme, como el que lo entregó? Ya ves que a esos exaltados no hay quien los pare: he mandado que lo azoten y no han tenido bastante; les he amenazado con soltar a Barrabás y lo han preferido. Están dispuestos a todo con tal de matarlo. Si no lo autorizo habrá una rebelión. Lo matarán igual y a mí me arrastrarán con él.

-¿Y si haces que lo crucifiquen el viernes?

-¿El viernes?

-El viernes por la tarde. Seguro que al oscurecer se largan. Esa gente es así: los sábados tienen prohibido hasta sonarse los mocos.

-Quieres decir que podríamos hablar con alguien. Una persona de confianza que lo descuelgue de la cruz cuando todavía no esté muerto.

-Veo que me has entendido.

-Pero ¿qué pasará si después lo ven vivo? Sería volver a empezar.

-Sí, claro, hay que hablar con él. Después tiene que irse: marcharse lejos y no regresar. Fíjate que corre el rumor de que revivió a otros y él mismo podría hacerlo. Pues aun así tendría que largarse. Si resucitara diez veces, lo matarían once.

-Puedo intentar decírselo. A él su vida no le importa. Ya lo has oído: “mi reino no es de este mundo”. Pero quizá acepte por su madre.

-Está claro que, aunque a él lo maten, a su madre no la dejarán tranquila.

-Estaba triste por eso cuando conversé con él. Es el hombre más raro que he conocido. ¿Sabes?: nunca ha estado en Roma pero entiende el latín. Y hay algo insondable en su mirar. En fin, puede que consienta ir con su madre a las montañas, más allá de Damasco… Bajaré a verlo al calabozo.

11.3.10

La noche de las raíces

Tenía 14 años. Puso la tele y casualmente “Raíces”. Un muchacho negro vive en África con su pueblo y familia. Se llama Kunta Kinte. De pronto es apresado. Hombres blancos lo llevan a un barco, lo atan, lo enjaulan junto a otros africanos. Muchos de ellos mueren en el viaje. En América lo subastan y esclavizan para siempre.

Después no hay sueño. ¿Cómo dormir ahora? Se mordía los dedos y quedaban huellas de dientes. Vueltas bajo las sábanas, esto no puede quedar así. Ganas de dejar la cama, de salir ya a derribar gigantes.

Cada cuarto de hora sonaba el reloj del pasillo. Finalmente ocho tintineos. Era lunes y había que ir al instituto.

Han pasado treinta años, pero mientras viva no olvidará la noche de las raíces. No olvidará su bautismo de insomnio, la noche aquella en que no pudo dormir.

9.3.10

Mientras huye

Desde que leí esa frase, “tempus fugit”, dedico el tiempo a disfrutar del tiempo. Sostengo el reloj en la mano y veo, cada segundo, moverse la aguja de los segundos. Sé que ha pasado un segundo porque lo indica la aguja. A mí, la verdad, se me hacen unos más largos que otros. Pero ella es exacta, rigurosa. Y aunque se detuviera, el tiempo seguiría su flujo: imparable, continuo, intemporal. También avanzan los minutos y las horas. (Hay quien a las agujas las llama manillas o manecillas.) A estas últimas, las de las horas y los minutos, nunca las he visto moverse. Pero cambian de posición, eso seguro. A veces mi pensamiento vuela hacia otras cosas, pero enseguida lo llamo al orden: -Vamos, a tu tarea, a ver pasar el tiempo. Sé que los demás no actúan igual. De hecho, no conozco a nadie que haga lo mismo. Pero no entiendo su actitud. No comprendo que puedan vivir sin disfrutar de las agujas, ocupados en otros quehaceres, dejándolo escapar, perdiendo el tiempo.

8.3.10

No marques las horas

Cuando se aburren, pretenden que corra.
Cuando se divierten, que ande más despacio.
Si sufren, quieren que vuele.
Si se enamoran, que me detenga.
Si van ganando el partido, quieren que me haga corto.
Si van perdiendo, que me alaaaaargue.
Cuando esperan algo o a alguien, piden que pase más deprisa.
Y cuando tienen lo que quieren, que no avance.

Me piden tantas cosas, y tan distintas...

Y a mí me dan pena (pobre gente, toda la gente). Me gustaría complacerles, pero no puedo. Como ellos, ejecuto unas órdenes (tic tac cada segundo, tic tac cada segundo…). Órdenes que no sé quién dispuso; órdenes que no puedo incumplir.

4.3.10

Tu código

Ahora que estás en el lugar de quienes tanto criticabas, actúas del mismo modo que un día censuraste.

Comprendes por fin que, en esa circunstancia (en la circunstancia de ellos, que ahora es la tuya), no era fácil obrar de otra manera.

Y tienes suerte de que no haya nadie dispuesto a juzgarte con tu propia saña. A valorarte con tu propia dureza. A condenarte con tu propia severidad.

Reconócelo y di “Menos mal que ellos son más blandos, más grandes, más clementes que yo…”.

Ahora que estás en el sitio de quienes tanto criticabas, tienes suerte de que nadie te mida con tu personal rasero. Tienes suerte de que nadie te aplique tu código.

1.3.10

Limitadme

Eligieron al más sabio para que los gobernase. Y éste tomó la palabra y pronunció su primer discurso:

Concededme los medios para gobernar. Pero por favor, al mismo tiempo, ponedme límites, barreras, contrapesos.

No dejéis que un día pueda ordenar que decapiten a alguien para complacer a mi hija, o incendiar una ciudad para verla arder, o nombrar senador a mi caballo (como se contó de Herodes, Nerón o Calígula: déspotas, seres incontrolados, víctimas -también ellos mismos- de su poder inobjetable).

No consintáis que me comporte como un niño consentido y malcriado, al que todo se le permitiera.

No toleréis que mi capricho sea ley para nadie.

No admitáis que me sepa inmune, ni impune, ni irresponsable.

No permitáis que mi poder sea omnímodo e irrefrenado.

¿Quién sabe los abusos, los desafueros, las arbitrariedades en que, en tal caso, podría yo incurrir?

Así que por favor, por vuestro bien y por el mío, limitadme
”.