26.4.11

Iris

Hasta hoy era la cosa de ahí arriba, eso que al cambiar del negro al azul deja ver ramas, frutos alcanzables, hormigas que se pueden atrapar con un palo, seres dañinos de los que hay que huir...

Aún nada tiene nombre. Se trata de comer y no ser comido.

Pero hoy la cosa de ahí arriba ha pasado del azul al gris (ocurre a veces) y cae agua.

Vuelve el azul y ahora de pronto, en medio, hay una curva con varios colores.

Es una extraña curva porque no sirve para comer, ni para beber, ni para huir por ella... No sirve para nada, no tiene utilidad pero, por alguna razón, apetece mirarla.

8.4.11

El de los relojes

Pensabas asistir a un coloquio sobre cooperación internacional cuando de pronto te encontraste oyendo una conferencia sobre el tiempo. No el de los barómetros: el de los relojes. Se ve que te confundiste de sala. Y una vez allí te dio apuro levantarte.

Era un físico, al parecer eminente, quien hablaba. Como habías llevado folios para tomar notas, apuntaste algunas frases. Como éstas:

El tiempo es el modo como percibimos el aumento de entropía o desorden termodinámico subsiguiente a la expansión del universo. La dirección del tiempo en que el desorden aumenta es la misma en que el universo se expande”.

Así lo dijo, textualmente.

O sea: que según eso el tiempo es una alucinación, una entelequia sin base objetiva. Un espejismo producido por la expansión del cosmos. Se supone entonces que, en puridad, nada ha pasado. No ha habido guerras, campos de concentración ni genocidios. Tampoco sufrimiento, piedad ni decencia. A nivel cósmico todo es una engañifa. No es que la historia sea mentira, es que no hay historia. Algo así como el sueño o las ilusiones ópticas: cosas irreales que percibimos. (Y oye, para ser ficción podría al menos tener gracia…)

No lo comprendes, pero tampoco sabes cómo funcionan muchas cosas (máquinas, ordenadores…), y no por eso los cuestionas. De modo que, si siempre es nunca, no vale la pena preocuparse por nada.

Visto así, es tranquilizador que el tiempo no exista: que no haya un antes ni un después. Lástima no haberte enterado antes.

4.4.11

Cómo fue

El niño Benito, al que un día de verano su padre enseñó a montar en bicicleta, ¿en qué momento se mussolinizó?

El niño Jossif, que como otros niños jugaba con aros, con tizas, con bolas, ¿en qué momento se stalinizó?

El niño Adolf, al que su madre mecía en la cuna mientras le cantaba para que se durmiera, ¿en qué momento se hitlerizó?

¿Cómo fue? ¿Qué les pasó después? ¿Por qué rutas se fueron depravando? ¿En qué instante brotó en ellos el monstruo, la hidra de la vileza y la cruedad? Y ¿a través de qué cauce, de qué trama, afloraron?