31.5.10

Tarjetas

En España durante la Navidad de 1935 la gente se felicitó, se envió tarjetas,
Feliz año nuevo, Ramiro,
Paz y amor para ti y los tuyos,
Te deseo un próspero 1936,
Federico, ojalá que en el nuevo año se realicen todos tus proyectos,
Que tengas un 36 inmejorable,
Feliz 1936 desde Brunete,
Con mis deseos de paz desde Guernica...
Es normal en esas fechas felicitarse el año. Y ninguno sabía aún, nadie era entonces consciente de que el tren de la tragedia ya había salido; de que el expreso de la guerra -cargado de cadáveres que son ellos mismos- había dejado la estación del futuro e implacable y veloz se dirigía hacia ellos.

28.5.10

Otros mundos

Cada mes cambiaba de trabajo.

En febrero trabajó de albañil. Así entraron en su mundo mampuesto, estuco, artesa, encofrado, argamasa, mortero…

En marzo trabajó de carpintero. Así entraron en él escoplo, bisel, barrena, escofina, formón…

En abril trabajó de mecánico. Así entraron en su vida alternador, pistón, cigüeñal, émbolo, manguito, biela…

Y así indefinidamente. Cada mes, un trabajo distinto.

No es que fuera persona inconstante ni volátil. Lo hacía por explorar otros mundos; por vivir palabras que, de otro modo, nunca habría hecho suyas.

Lo hacía por espeleología existencial: para agrandar su vida, para hacer de este mundo un sitio más amplio.

25.5.10

Toda una vida

Aquí en la boda del primo Rafael, una semana antes de sufrir el derrame.

Aquí con bastón, en el viaje del Inserso.

Aquí en el homenaje por su jubilación.

Aquí de vacaciones en Marruecos.

Aquí en carnaval, disfrazado de Chaplin, con bombín y bigote.

Aquí cuando tú naciste.

Aquí conmigo, en mi primer cumpleaños.

Aquí con mamá, en su luna de miel.

Aquí el día de su boda, muy elegante con frac.

Aquí con uniforme, cuando estuvo en la mili.

Aquí con doce años. Qué delgadito estaba.

Aquí con siete años, subido en un burro, en la romería del pueblo.

Aquí cuando le daban la papilla. En el babero pone “Come y calla”.

Aquí con dos años, sobre un orinal.

Aquí andando a gatas.

Y aquí de bebé, en brazos de la abuela. En la esquina pone “1930”: el año en que nació.



-Pero lo hemos visto al revés: de la muerte de papá a cuando nació.

-Es que con los álbumes me pasa como con los periódicos: siempre empiezo a hojearlos por el final.

24.5.10

O todos o ninguno

Soñó que andaba por el arrabal de lo vivido. Eran calles recortadas por las que cruzaban sus recuerdos. Vio que unos, los recuerdos buenos, vestían de verde. Vio que otros, los malos recuerdos, iban de gris.

Considerándose dueño de aquella barriada, decidió expulsar a los segundos:

-Eh, vosotros, los grises: marchaos fuera.

Pero los recuerdos verdes se plantaron:

-Son nuestros amigos. Si los echas, nos marchamos también. Nos vamos con ellos y te dejamos solo. Así que elige. O todos o ninguno: o dejas que los grises se queden aquí o prepárate a afrontar tu inmemoria.

20.5.10

Quién manda aquí

Tras la humillante derrota de su equipo por 5-0 decidió que no iba a sufrir más.

-A partir de ahora no soy del Betis –anunció a sus amigos.

Se propuso que, en adelante, cada vez que el Betis perdiera un partido, se alegraría; y cada vez que el Betis ganara, sentiría indiferencia.

Al día siguiente dio un paso más:

-He decidido que soy del Barcelona.

Sus amigos le miraron con incredulidad.

Desde entonces se le vio delante del televisor sin inmutarse por fuera cuando el Betis encajaba un gol, pero sufriendo por dentro; alegrándose por fuera cada vez que el Barcelona anotaba un tanto, pero sin aspecto de sentir verdadero júbilo.

Festejaba marcadores con ojos de tristeza. Lamentaba resultados con rictus de alegría.

Inútilmente intentaba emocionarse con la camiseta azulgrana. Inútilmente mostraba desdén por las rayas blanquiverdes.

Fueron meses duros, en que se negó a aceptar lo que todos percibían: que su corazón no se plegaba a su cerebro. Que, por mucho que su voluntad mandara ser del Barça, su corazón seguía latiendo con el Betis. Que, por mucho que el cerebro le ordenase otra cosa, su interior se entristecía si el Betis no ganaba.

Sus amigos observaban su mala cara, su gesto descompuesto por negarse a asumir la realidad.

Y a la postre se dio por vencido.

-¿Sabéis qué? Aunque quiera, no puedo dejar de ser del Betis –dijo al fin.

-Ya lo habíamos notado –respondieron con sorna sus amigos.

-Pero ¿qué tiene esto de “ser de un equipo”, que no se deja gobernar? Y ¿quién es el corazón para mandar en mi voluntad, para forzarme a ser del Betis… a mí, que ni siquiera encuentro razones para serlo?

17.5.10

Dime quién soy

Tras ascender a directora de recursos humanos, pude leer el resultado del test de personalidad que me habían hecho diez años atrás, cuando era simple administrativa. Recuerdo que entonces tuve que rellenar un cuestionario y contestar a un montón de inocentes preguntas. No imaginaba que a raíz de eso pudieran sacar tantas conclusiones.

No sólo me describieron por dentro, sino que elaboraron una “proyección evolutiva” de mi personalidad. Y acertaron en todo.

Dedujeron que no secundaría huelgas; que me negaría a trabajar en fines de semana; que sería proclive a pedir excedencia por motivos familiares; que no faltaría al trabajo por gripes o catarros; que me implicaría en los resultados de la empresa…

Y, como digo, no se equivocaron en nada. De hecho, pedí una excedencia cuando nacieron los gemelos; nunca he faltado al trabajo por enfermedad; me opuse a trabajar los sábados y no he participado en ninguna huelga. Además, está claro que me he implicado en la marcha de la empresa (de lo contrario no me habrían ascendido).

De modo que quienes me estudiaron mediante aquel test supieron de mí más de lo que yo sabía. Escudriñaron mis pensamientos y deseos. Penetraron en una zona de mi personalidad a la que ni siquiera yo sé llegar.

No allanaron mi casa, ni mi correo, ni mi teléfono. Pero entraron en mí.

Así que a partir de ahora, cuando quiera saber algo sobre mí (sobre lo que siento, sobre mi yo íntimo, sobre mis futuras decisiones…), preguntaré a los autores del test. Puede que yo tenga secretos para mí misma, pero no para ellos.

13.5.10

Balance

Unos segundos antes de morir, pensó:

“Tengo la impresión de que mi vida ha sido gris y anodina. Una vida olvidable, sin legado ni gloria. Una vida mediocre, propia de un fracasado. Una vida de mierda.

Pero también creo que no provoqué la ruina a otros. Que no arrastré a nadie a la locura. Que no llevé a nadie a la miseria, ni a la perdición, ni a la desgracia.

No es, a fin de cuentas, tan poco.”

11.5.10

Voy a tener suerte


El bombo gira dieciocho veces. Tras la última vuelta, 2.182 bolas caen por el centro, 2.555 por la derecha y 2.263 por la izquierda. De ellas, hay veinticuatro que se dirigen hacia el orificio de extracción. Parece que la bola con el número 2.114 va a introducirse en el agujero pero es empujada por la número 3.531, que caía por la derecha. Al quedar libre un pequeño hueco se sitúa ahí la bola 6.429, que cae verticalmente. Va a meterse en el agujero pero tropieza con una arista, una imperceptible irregularidad que hay en el bombo. Este ínfimo movimiento es suficiente para empujar a la bola 318, que no entra porque otra bola (la 5.470) cae y le cierra el hueco. Al chocar ambas bolas queda un espacio por el que se cuela la 1.727, que venía por la izquierda, y se introduce en el agujero.

Un empleado de Loterías coge la bola, que acaba de caer en un pequeño vaso colocado bajo la abertura del bombo, y dice:

-El número agraciado en el sorteo de esta noche es el 1.727.

Seguidamente muestra la bola a una cámara de televisión.

Por último, un notario certifica la corrección y aleatoriedad del proceso.


………………………………….................



En otro lugar, alguien celebra el resultado del sorteo. Es la persona que diseñó el bombo, la que cuidadosamente dispuso la colocación inicial de las bolas, la que lo programó para dar justo dieciocho vueltas a una determinada velocidad. Es la persona que suprimió cualquier cambio de temperatura o corriente de aire que pudieran alterar la cadena de causas y efectos. Es quien, tras asegurarse de que en esas condiciones la bola que saldría iba a ser la 1.727, se cuidó de comprar precisamente ese boleto.

Y mientras festeja el premio conseguido, exclama:

-A mí me van a decir que el azar existe.

10.5.10

Indigno

El profesor de Religión lee, del evangelio de san Lucas, el párrafo en que se explica la genealogía de Jesús.

Uno de los alumnos pregunta:

-Y ese David del que Jesús desciende, ¿es el rey David, aquél del que habla el Antiguo Testamento?

El profesor contesta:

-Sí, por supuesto.

Y el alumno:

-O sea, el que forzó a Betsabé a acostarse con él aprovechando que su marido estaba en la guerra. El que después, cuando la dejó embarazada, hizo venir al marido para que durmiera con ella, pero el marido no quiso. Y entonces, para que nadie supiera lo ocurrido, dio orden de que al marido lo pusieran en el sitio más arriesgado de la batalla, para que resultara muerto. Y una vez que al marido lo mataron, se casó con Betsabé.

-Efectivamente.

-¿Y por qué era tan importante que Jesús descendiera de un tipo tan canalla? ¿Por qué tenía que provenir de ese sinvergüenza?

Al oír esto, el profesor de Religión se levanta. Algunos piensan que va a reprender al que ha hablado. Pero no. Lo que hace es arrancar la genealogía de Jesús. Arranca también las páginas de la Biblia que hablan del rey David. Y mientras dice “-Tienes razón”, las hace trocitos y las tira a la papelera.

6.5.10

No les falta de nada

Mis hijos tienen mucha suerte. Con apenas diez años no les falta de nada. Tienen cámara digital, MP3, ordenador, videoconsola… Viven en una gran ciudad. Reciben clases de kárate, de inglés, de ajedrez y de danza. Dos veces al año los mando a esquiar a Andorra, con una agencia.

Su infancia es muy distinta de la mía. Porque ¿qué tenía yo a su edad? Apenas nada: un balón de goma, una calle de pueblo donde jugar con otros niños y un perro que me recibía al volver del colegio. Ah, y mi padre, que todos los domingos me llevaba a pescar con él. Y poco más.

Siempre que mis hijos me requieren para algo, les repito esto. Y añado: “¡qué afortunados sois por tener tantas cosas!”. Después sigo con mis ocupaciones.

Sólo que a veces, no sé por qué, noto que me miran con extrañeza: como si no estuvieran de acuerdo con lo que digo. En fin, ¡qué chicos estos! Decididamente, no hay quien los entienda.

5.5.10

Informe de situación

De: Destacamento en el Brazo de Orión.
A: Mando superior para la Vía Láctea.
Asunto: Informe de situación sobre el planeta Tierra.


Desde que a las piedras les salieron ojos y el polvo terráqueo empezó a respirar, todo se ha vuelto raro en ese planeta. Aquellos seres han evolucionado. Últimamente algunos deciden por sí mismos. Incumplen los procesos, los programas, los protocolos que les fueron instalados. Obran contra las reglas, contravienen incluso el principio de conservación, de un modo al parecer disfuncional. A veces hasta da la impresión de que buscan autodestruirse. Es por ello que les remito este informe: para ponerles al corriente de tales hechos, ya que desconozco si estaban previstos o bien se deben a un fallo en los sistemas.

4.5.10

Después del atentado

Después del atentado (“acción armada” según su denominación) se quitó la capucha, se fue a casa, se lavó las manos bajo el grifo de la cocina y, una vez limpias (las mismas manos con que apretó el gatillo, las mismas con que disparó el arma), preparó con ellas el biberón a su hijo.

3.5.10

No está pasando

Aeropuerto de Madrid, agosto de 2008.

En la maniobra de despegue una de las alas auxiliares no se abre. El avión, que se ha alzado ya varios metros, no logra mantenerse en el aire. Cae al suelo y, con el impacto, los depósitos de combustible se prenden. El avión entero empieza a arder. Entre los escasos supervivientes hay un niño de ocho años. Está tirado en el suelo, rodeado de cadáveres y llamas. En el momento en que los bomberos acuden a rescatarle, el niño les pregunta:

-¿Cuándo se termina esta película?

(Lo contaba el periódico. La respuesta de los bomberos no consta.)