31.10.07

Paso a contestarte

Paso a contestarte.

Acerca de por qué te he abandonado:

Porque es mi costumbre. Envío gente al mundo y luego me desentiendo. Los abandono a su suerte. Allá se las compongan. Lo hago así con todos, no es nada personal.

Acerca de que los perdone porque no saben lo que hacen:

Sí saben lo que hacen. Te han colgado en una cruz para matarte. Pero, dado que tú los perdonas, ¿con qué argumento podría no hacerlo yo?

30.10.07

Intercambio

Apuntó:

En contra

Sacarlo tres veces al parque
(aunque llueva, haya fútbol o esté en zapatillas),
con una bolsa recoger sus heces,
lavarlo,
cepillarlo,
comprarle comida,
semestralmente vacunarlo,
señales de uñas,
veto en los hoteles,
pelo en el sofá...

A favor

Que él, a cambio, me da
(se me da)
a sí mismo.

Y fue el caso que ganó la lista más corta.

24.10.07

O bien

A un niño se le caerá el helado de chocolate. Sobre la acera quedará una mancha marrón.

Poco después cruzarás tú. No repararás en la mancha y la pisarás. El helado aún estará líquido. Resbalarás. Caída aparatosa, posible fractura. Te llevarán a un hospital. Allí reencontrarás a Ana, una amiga de tu infancia. Ahora es traumatóloga. ¡Qué casualidad! Os pasaréis los teléfonos y, tras tu restablecimiento, quedaréis para cenar. Después más llamadas, más citas. Un año más tarde, te casarás con ella. Tendréis tres hijos y envejeceréis juntos.

O bien:

Al niño no se le caerá el helado. Cruzarás tranquilamente la calle. Llegarás a la oficina (porque te diriges a la oficina). Trabajarás como cualquier día. Nunca sabrás que Ana (aquella amiga de tu niñez) es traumatóloga, nunca volverás a verla. Obviamente no convivirás con ella. Tampoco te casarás, ni tendrás hijos.

Obviedad:

El futuro de mucha gente depende de un niño anónimo y de su helado de chocolate. También se puede escribir con mayúscula y llamar Destino.

(Confidencia del autor: En la versión inicial el objeto resbaladizo que motivaba la caída no era un helado, sino una caca de perro. Poco importa.)

19.10.07

Mira que te lo advertí

Te lo dije: Puedes ponerles instintos. O puedes ponerles inteligencia. Pero no puedes ponerles, a la vez, inteligencia e instintos.

Sin embargo, no me hiciste caso.

Al principio, con sus instintos agresivos funcionaron bien. Se peleaban entre ellos (por el sustento, por el territorio) y sobrevivían los mejores. Los débiles e inadaptados eran suprimidos. Hasta que entró en juego la inteligencia. Una especie empezó a fabricar armas: ya no se peleaban con embestidas, garras y dientes.

Primero hicieron lanzas y flechas, y de ahí pasaron a los puñales y espadas. Luego a las armas de fuego, y más tarde a las bombas, las bacterias, los ácidos...

Mira que te advertí que era una mezcla fatal: genes violentos e inteligencia creativa. Que, antes o después, una especie se haría más inteligente, y pondría esa inteligencia al servicio de sus instintos.

Y claro, ha pasado lo que tenía que pasar. Han arramblado con todo. No sólo se han destruido entre sí: han arrasado el vivero.

Ya lo ves, hijo mío: por no hacerme caso, te has quedado sin mascotas.

11.10.07

Sancho

"Oh hijo de mis entrañas, nacido en mi misma casa, brinco de mis hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis vecinos, alivio de mis cargas..., sustentador de la mitad de mi persona..., mi prenda..., mi vida... , mi descanso..., mi bien, rucio de mis ojos, compañero mío".

Esto decía Sancho Panza de su burro. Y Cervantes concluye irónicamente: "El asno callaba y se dejaba besar y acariciar de Sancho, sin responderle palabra alguna".

Así que antes de conocer a Don Quijote, e incluso antes de toparse con Cervantes, Sancho era ya un sentimental.

10.10.07

Con otro nombre

La ferretería se hizo videoclub y más adelante tienda de informática. Con cada conversión cambió de nombre. Es lógico.

Juan pasó de ser creyente a ser descreído, y de ser rebelde pasó a ser conformista. Pero siguió llamándose Juan. ¿Es lógico?