5.6.09

Microcosmos

Cada 31 de octubre, Día de Difuntos, viajo al pueblo de mi abuela. Es como un rito. La acompaño al cementerio para que no tenga que ir sola a llevar flores a sus muertos (que también son míos, aunque no conocí a casi ninguno de ellos).

Es un cementerio pequeño, como el pueblo en que vive mi abuela, de unos cinco mil habitantes.

Después de poner flores en las tumbas de mi abuelo, de mis bisabuelos y de mis tíos-abuelos, damos un paseo por el cementerio.

Es lo mejor de todo. Mientras andamos, mi abuela me cuenta la vida de algunos inquilinos:

“Los dos que están aquí enterrados eran novios. Ella murió de tifus y él ya no quiso casarse con nadie. El novio murió años después, de tristeza probablemente, y antes pidió que lo enterraran al lado de ella.

Este otro era más malo que un dolor. Se aprovechaba de la gente humilde. Les prestaba dinero y les pedía en prenda las escrituras de sus casas. Llevó a muchos a la ruina.

Ésta es la mujer del que está enterrado arriba, pero se veía a escondidas (tú ya me entiendes) con otro que está en aquella hilera.

Éste fue médico del pueblo. Se desvivía por atender a la gente, de día y de noche. Era una persona muy querida.

Éste de aquí me pretendió. Una vez, mientras estábamos cogiendo aceituna, dijo “me he enamorado”. Yo le pregunté “de quién” y él “pues de ti”. Pero le di calabazas. Fue poco antes de que tu abuelo se me declarara. Fíjate qué cosas: si llego a decirle que sí a éste, tú no habrías nacido.

Éste otro era un borrachín. Siempre andaba dándole a la botella. Cada vez que se emborrachaba le entraba un ataque de celos y zurraba a su mujer. Murió joven, de algo del hígado.

Ésta de aquí murió en un incendio. Al ver que la casa de los vecinos (un matrimonio de ancianos) estaba en llamas, quiso entrar para socorrerles y al final murieron los tres.

Éste era el cacique del pueblo. Se acostaba con mujeres casadas. Los maridos, como eran pobres, consentían con tal de que el cacique les diera algo para sacar adelante a sus hijos.

Éste murió en la guerra civil. Lo hirieron en el frente y lo llevaron a un hospital de campaña. Una pierna se le gangrenó. Cuando intentaron amputársela le falló el corazón. Sus padres fueron por el cadáver para enterrarlo aquí.

Ésta era la mujer del maestro. Su marido la enseñó a leer y luego ella me enseñó a mí y a otras mujeres. De balde, sin cobrar un real. Gracias a ella no soy analfabeta.”

Y poco más.

Cada vez que visito aquel cementerio tengo la sensación de estar viendo todos los cementerios del mundo: los de muertos y los de vivos, los de asfalto y los de lápidas. Allí habitan la grandeza y la miseria, el valor y la ruindad, el heroísmo y la abyección.

Y pienso: “Así de sencillo es el coro. Así de escaso es el repertorio de la humanidad”.

4 comentarios:

Carla dijo...

Para alegrar mi frio viernes una historia que me ha hecho reir mucho, es como de un extraño humor negro, o al menos así me lo ha parecido. La gente mayor suele hablar mucho de los muertos. Dicen que alguien muere realmente cuando ya nadie lo recuerda...
Besos, buen fin de semana

saiz dijo...

Bueno, no sé si de humor negro. Desde luego negro sí, por lo del cementerio y el luto, pero si además te ha hecho reír... pues me alegro especialmente.

La historia tiene algo de vivido, pues algunos familiares míos están enterrados en un pueblo pequeño, y cuando iba allí de niño mi abuela, mientras paseaba entre nichos y tumbas de gente conocida, me contaba sus historias. Me resumía, en unas cuantas pinceladas, las vidas de algunos de ellos. Y yo pensaba: "Cuando todos nos vayamos y las puertas del cementerio se cierren, ¿retomará toda esta gente su vida social?".

Bueno, me despido con un poco de humor negro (este sí claramente humor).

Se dice que alguien hizo inscribir sobre su tumba "Éstas son vacaciones, y no las de verano".

Y otro que mandó poner "Al fin soy perfecto: ya nunca me equivoco".

Por último, se cuenta de alguien que hizo inscribir sobre la lápida de su suegra lo siguiente:

"Aquí estás tú
y estás muy bien.
Tú descansas.
Yo también".

Besos para ti, Saphira, y que tengas un estupendo fin de semana.

Anónimo dijo...

Me recuerda la canción de Mecano "no es serio este cementerio"

saiz dijo...

Gracias, Anónimo. Me acuerdo de esa canción. Jugaba con las rimas diciendo algo así como "flores de colores", "nichos sin bichos", etc. Tenía mucha gracia. Yo, la verdad, no encuentro mucha relación entre la canción y el relato (aparte de que la acción transcurre en un cementerio), pero si a ti te lo parece, pues estupendo.