2.6.09

Guerra y paz

Nació en 1935, de modo que sus primeros recuerdos coinciden con el inicio de la guerra, cuando acababa de cumplir cuatro años. Son recuerdos de sirenas que alertaban, de carreras en los brazos de su madre para alcanzar el refugio, de estruendo de bombas, de casas derruidas… Son sus recuerdos primeros y también los siguientes. Porque en los años posteriores siguió habiendo alarmas, bombardeos, cascotes, ruinas. Siguió habiendo gente que al oír un zumbido miraba al cielo y decía “es de los nuestros” o “es enemigo”. En las conversaciones de los adultos nunca faltaban las palabras “soldados”, “frente”, “batalla”, “ofensiva”…

En ese ambiente fue creciendo y cumpliendo años. Acaba de cumplir diez. De ellos ha pasado seis, desde 1939, en guerra: casi toda su vida consciente.

Y por eso, ahora que estamos en 1945, al oír que la guerra ha terminado se le hace muy difícil hacerse a la idea: “Así que la guerra no es lo normal, lo natural. Así que puede haber vida sin aviones, sin bombas, sin refugios, sin pánico… Puede haber vida sin guerra. O sea, que la guerra no es inseparable de la vida. Qué raro”.

2 comentarios:

Carla dijo...

Y si, en verdad lo contrario era lo cierto había un mundo sin guerra. Que extraño el hecho de pensarlo...creemos que tenemos paz...y que no hay guerra... o ya nos hemos acostumbrado tanto a ella que no la reconocemos como algo fuera de la naturaleza humana.
Besos, siempre me haces pensar, por eso me gustan tantos tus escritos

saiz dijo...

Generalmente el cuerpo se acostumbra a todo. Por eso hay un dicho que afirma que "ojalá nunca suframos todo el dolor que somos capaces de resistir". Porque en realidad somos capaces de soportar muchísimo.

Un niño que llega al mundo en un país en guerra y que sigue viviendo y creciendo en esa situación, interiorizará la idea de que la guerra es lo normal, lo habitual, lo natural. De que no hay alternativa. De que no hay nada mejor. De que la vida es -y tiene que ser- así.

Felizmente la guerra no es consustancial ni inherente a la vida. Y quienes vivimos toda nuestra existencia en paz tenemos gran suerte, porque una parte de la humanidad (pienso en los niños nacidos en Irak, en Afganistán o en algunos países africanos) tiene que vivir la guerra y el enfrentamiento civil como algo cotidiano. ¿Hasta cuándo?