17.4.09

Frescor

Iba en un viejo tren sin aire acondicionado. Como era verano, las ventanillas estaban abiertas. Cansada de ir sentada, se puso de pie y, asomada a una ventanilla, dejó que el aire la diera en la cara. Sintió que aquel aire la refrescaba por fuera y por dentro. Sintió que aquel frescor disipaba todo lo que en su vida la había entristecido, todo lo que alguna vez la hizo sufrir. Se había hecho de noche. A la luz de la luna veía pasar los olivos, los senderos, la tierra… Y de pronto se dio cuenta de que nunca, nunca como en ese instante, se había sentido tan bien.

2 comentarios:

Carla dijo...

Parece que reflejaras mi vida! Juro que si hay algo que le pido a dios es la capacidad de perdonar a los que tanto mal me han hecho y asi liberarme de rencores y tristezas.
Besos

saiz dijo...

Gracias, Saphira. El frescor a que alude el relato puede ser externo o interno. Y esa sensación interior que disipa los viejos rencores, que cura y borra las viejas cicatrices (o "cicatristes"), es una de las vivencias más gratas que pueden experimentarse.

Besos también para ti.