6.4.09

Calle Valdivia nº 10

La casa de Pedrito tiene dos habitaciones junto al patio a las que llamamos cuadrillas. En una de ellas solemos jugar. También tiene un pozo dividido por una pared, medio pozo para su casa y otra mitad para la contigua. A veces su madre habla con la vecina a través del pozo. De la pared cuelga un nido de barro seco, las golondrinas vuelven cada primavera (hay que respetarlas porque arrancaron a Cristo su corona de espinas). Hay también un tejado por el que andan los gatos.

La madre de Pedrito se llama Consuelo. Llama alfileres a las pinzas de tender la ropa, alacena a la despensa, peros a las manzanas, y en lugar de jersey dice saquito. Si va a comprar no dice voy al mercado, sino voy a la plaza. Cuando a Pedrito se le desarregla la ropa o lleva la camisa por fuera, dice
¡qué hechuras!
y yo no lo entiendo. En casa de Pedrito hay un botijo del que se debe beber a caño, me atragantaba siempre, por eso lo hago a morro cuando nadie me ve. La madre de Pedrito hace los polos más ricos del mundo, de leche canela y azúcar, con forma de cubito que se cogen con un mondadientes. También me da la merienda a la vez que a Pedrito, para que
no se te salte la hiel.
Me comía primero el pan para disfrutar después del chocolate solo. A veces ella, cuando ve que he comido todo el pan y aún me queda chocolate, me ofrece más pan.

En casa de Pedrito hay patos y gallinas. A los patos les damos moscas que cazamos, su padre nos regaña porque
las moscas se posan en las cacas y los patos son para comerlos.

Cada vez que su madre mata un pato, Pedrito se enoja y se niega a tomar la carne.

El Guadalquivir queda a varios kilómetros, pero se ataja por la vía abandonada del Baeza-Utiel. Por otra parte, un pato cabe en el macuto de gimnasia.

Asustado, no quiere salir, pero le empujamos y cae sobre la hierba. El agua le llama. Sumerge medio cuerpo, suelta un graznido, se aleja nadando. ¿Será verdad que este río pasa por Sevilla y desemboca en Sanlúcar provincia de Cádiz?

2 comentarios:

Carla dijo...

Tus cuentos alegran mis dias, me sacan muchas sonrisas...y hacia tiempo que no pasaba.
Besos

saiz dijo...

Gracias, Saphira. En este caso, y sin que sirva de precedente, el relato sí es sustancialmente autobiográfico.

En la narración no lo digo, pero ese día en la casa de mi amigo no comieron pato.

De regreso a su casa, mi amigo tenía miedo de la que le iba a caer encima cuando sus padres descubrieran la ausencia de Lucas (así es como le llamábamos al pato: ¡qué originales!). Pero no, no pasó nada: no hubo gritos ni azotes. Sus padres se lo tomaron a risa. Y, por supuesto, ya no volvieron a criar más patos en el corral de la casa.