7.4.09

Espeluy

Tarde plana en el tren. Vagón de no fumadores. Se incorporan viajeros. Se animan a hablar. Uno dice que viaja para poner orden en un asunto de familia, ajustar cuentas con alguien y dar un escarmiento.

Al acercarse a su destino afloran nervios. Saca un cigarro, lo enciende.

Miradas de soslayo, murmullos. Uno le recuerda que no puede fumar. Los demás se unen, forman un grupo, le exigen que apague el cigarro.

Tensión.

El hombre se levanta, planta cara al grupo, les reta a decidir quién va a quitarle el cigarro.

Viaja también una madre con su bebé. Esta mujer dirige al fumador una mirada tierna, como la que mostrará a su hijo cuando un día le sorprenda en una travesura. El niño también mira al fumador, y sonríe.

El hombre apaga el cigarro, se sienta. Vuelve la calma.

Tras el viaje dos personas estrechan sus manos, comparten perdón.

6 comentarios:

Carla dijo...

Siempre me sorprenden los actos de conciencia de los inconcientes.
Besos amigo

saiz dijo...

A veces una sonrisa es el medio más eficaz para allanar una resistencia. Una vez me regalaron una especie de pulsera de plástico que decía "Smile Power": el poder de la sonrisa. Me hizo pensar.

(En verdad es maravilloso, Saphira, podernos comunicar a través de este instrumento mágico que es Internet. Probablemente mañana publique algo sobre eso.)

Julissa dijo...

Ojála fuera en todos los casos...

Es una de las mejores estrategias para un cambio de actitud, una sonrisa.

Hace años en mi país, creo que fue en el 2006, se dió una campaña de sensibilización a favor de los niños desnutridos. Tenías que comprar una medalla, los cuales podían tener los siguientes mensajes: habla, escucha y mira.

Podías escoger el que quisieras.

Cuando pasaba por la vía expresa, había un letrero enorme en el que mirabas la cantidad de medallas vendidas. Y era emocionante en cualquier momento se iba a llegar a la meta.

Miles de personas habían dejado de ser indiferentes ante un hecho social, aunque sea por un determinado momento.

Fue una interesante experiencia, particularmente me sentí bien y me hizo reflexionar bastante sobre esto.

Julissa dijo...

Gracias por hacerme recordar, me gusto mucho el relato. Me había olvidado decírtelo

saiz dijo...

Gracias a ti, Yahaira, por TU relato.

(Las historias reales y vividas son las que más me gustan. Hace algún tiempo leí un libro de Paul Auster titulado "Creía que mi padre era Dios" (bueno, en España se publicó con ese título). En realidad es una recopilación de historias veraces, sucesos vividos que muchas personas enviaron a Paul Auster (quien dirigía un programa de radio en Estados Unidos e hizo un llamamiento en tal sentido a sus oyentes). Después Auster depuró algo los relatos y les dio forma literaria. En suma, eran historias reales y anónimas vividas por la gente. Pues bien: me encantaron. (Alguna vez he pensado yo hacer lo mismo: pedir a la gente que me cuente sus vivencias -algo así como el suceso más impactante o conmovedor de sus vidas- y escribirlas como un relato. Me encantaría hacerlo -si hubiera gente dispuesta a contarme sus vivencias, claro-, aunque actualmente no sé si dispondría de tiempo.)

Julissa dijo...

Pues encantada de mandarte relatos o historias.
Pero tienes razón el tiempo es algo vital. Saludos Isidro. Un abrazo en la distancia.