5.10.09

Se llaman llamas

En cuestión de minutos el cielo se oscureció. Las nubes amenazaban tormenta. Papá me llamó varias veces para correr a resguardarnos, pero yo no podía quitar los ojos de las ovejas gigantes. “Se llaman llamas” había dicho papá, y a mí me chocó la redundancia. Tras varias resistencias a marcharme de allí, el rayo alcanzó a mi padre. Quedó tendido en el suelo sin contestar a mis gritos. En la enfermería del zoológico intentaron, inútilmente, reanimarle.

Yo tenía seis años. Desde ese día me sentí culpable de su muerte: Si le hubiera obedecido la primera vez, nos habríamos alejado de allí. Pero yo estaba deslumbrada por la visión de las llamas. Luego he sabido que la lana atrae los relámpagos, y el cuerpo de las llamas está cubierto de lana (o alpaca).

Durante muchos años volví a menudo a aquel lugar. Me consolaba ver a los niños descubriendo a las llamas y desobedeciendo a sus padres cuando les mandaban irse. “No fui yo la única desobediente”, pensaba.

Todos los aniversarios regresé junto a las llamas. Sabía de sobra que mi padre (dondequiera que esté) me había perdonado. Mi problema era perdonarme a mí misma. A veces lloraba y, al hacerlo, vivía una especie de desahogo, casi un placer.

Ningún aniversario volvió a cubrirse el cielo. Hasta un 22 de junio en que el sol se ocultó tras las nubes. Entonces se acercó un vigilante y me dijo: “Señora, por favor, apártese de aquí: es peligroso porque puede haber tormenta”. Lo llamativo es que el vigilante no se extrañó cuando le contesté “sí, papá” y le di la mano, ni cuando le pedí un algodón de azúcar. Me lo compró y me llevó a una cafetería. Mientras yo me comía el algodón, él se tomó un té con leche.

El vigilante se llamaba Braulio. Desde entonces estamos juntos. Tenemos dos hijas y, aunque Braulio ya no trabaja en el zoo, algunos domingos nos acercamos a ver las llamas.

6 comentarios:

Blanca dijo...

O SOY MUY SENTIMENTAL, O TU ERES....LO MISMO. HAY SAIZ.

saiz dijo...

Gracias, Blanca. Esta historia está basada en un hecho real que alguien me contó. Me refiero a lo del rayo que cayó en el zoo. El resto es ficción, suposición: algo que podría haber pasado pero no nos consta si fue así.

Blanca dijo...

si, se me garampiñó el corazón...

saiz dijo...

Blanca, nunca había oído el verbo "garampiñar". Se ve que en España no se utiliza. Pero me encanta.

Blanca dijo...

Bueno esta es una explicación algo tardía, espero la encuentres.
Los Garampiñados, son unos dulces, que consisten en semillas, cacahuates, nueces, almendras, amaranto, compactadas con miel y yo creo que un poco de pintura roja comestible. Se hacen las bolitas que endurecen un tanto y así se expenden y consumen, son ricas, de cualquier grano.
Se me ocurrió que el corazón, se me había hecho un amasijo tipo garampiñado.

saiz dijo...

Gracias por la explicación, Blanca. En España decimos "garrapiñar". Por ejemplo, hablamos de "almendras garrapiñadas". Suelen venderse en ferias de los pueblos. Cuando yo era pequeño me gustaban mucho.

Por curiosidad he entrado en la web de la Academia de la Lengua (www.rae.es) y encuentro esto:


Garrapiñar : tr. garapiñar

Garapiñar: (Del lat. vulg. *carpiniare, der. de carpĕre).


1. tr. Poner un líquido en estado de garapiña.

2. tr. Bañar golosinas en el almíbar que forma grumos. Almendras garapiñadas. Piñones garapiñados.

Pero bueno, esto es lo que dice la Academia española. Si en México decís "garampiñar" me parece estupendo y suena mejor. Además, la metáfora "se me garampiñó el corazón" es preciosa.

Un abrazo.