1.10.09

Árboles de hoja caduca

Es verdad, señor guardabosques, que me pareció injusto. No es para menos: las raíces, el tronco y las ramas seguirán viviendo, pero yo (simple hoja) moriré en otoño. A simple vista es indignante. Ramas, raíces y tronco nacieron antes que yo y, aun así, me sobrevivirán cuando yo caiga. Por eso le importuné clamando justicia. Lo que desconocía es que no está en su mano igualarnos por arriba: alargar mi vida y concederme el mismo trato que a ellos. Y la solución que usted me ofreció (igualarnos por abajo) no me gusta. No digo que al principio no me tentase: talar el árbol entero en otoño, arrancarlo de raíz cuando las hojas caigamos. Pero luego he pensado que nada gano con eso. Y, aunque me duela mi breve existencia, no debo sufrir porque otros me sobrevivan. Así que no, señor guardabosques, no hace falta que cambie nada. Permítales a ellos vivir los inviernos que yo no veré; y en cuanto a mí, en vez de suspirar por mi mala suerte, me deleitaré bebiendo el sol de cada día.

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