12.4.10

Terceros interesados

Saben, como todo matrimonio, que no deben discutir delante de los niños. Pero esta vez lo incumplen. Así que en pleno fragor de la disputa, y en presencia de sus hijos, uno de los cónyuges exclama:

-Ojalá no te hubiera conocido nunca. No sé por qué tuve que coincidir contigo en aquella fiesta.

Y el otro:

-Lo mismo digo. Ojalá no te hubieras cruzado en mi vida. Seguro que ahora estaría mucho mejor.

Ante lo cual, y con toda razón, los hijos protestan:

-Eh, un momento. Si se trata de rehacer vuestro pasado, y por tanto des-nacernos, nosotros también queremos opinar.

5 comentarios:

Noite de luNa dijo...

¡¡genial, genial!!
Me encantan tus relatos.
Ya ves, a veces es necesario discutir delante de los niños para saber su opinión.
La mayoría de las veces tienen más cabeza que los mayores.

Abrazos

saiz dijo...

Así es, porque, una vez que una pareja ha tenido descendencia, plantear, delante de su-s hijo-s, la hipótesis de no haberse conocido (de no haber iniciado esa relación de la que han nacido esos hijo-s), es como jugar con fuego. El mensaje que los hijos reciben es "Tan poco les importo, que se plantean retroceder en el tiempo y des-engendrarme..." (al menos imaginariamente). En fin, un lío. Pero me parece una regla que los padres no deben olvidar nunca. Es preferible decir "Mi relación ha podido ser un desastre, pero el fruto de ella la salva en todo caso".

Otro abrazo para ti.

Blanca dijo...

OOO, que frase tan amable:
"Mi relación ha podido ser un desastre, pero el fruto de ella la salva en todo caso".
Si, si el fruto es mi hija, que bárbaro, que resultado tan extraordinario....pero es solo miaaaa!!
Dios, por que no la engendré por partenogénesis.
Intentaré mentir con tu frase, que difícil.

M. Carme dijo...

Cuando los mayores discuten deben hacerlo en privado, sino lo hacen así corren el riesgo de tener que meter en la discusión a terceros y tener que aclarar muchas cosas, alargando aún más la discusión.

saiz dijo...

Gracias, Blanca y M. Carme, por vuestros comentarios. Está claro que, cuando uno tiene hijos, su vida deja de pertenecerle del todo, incluso para hacer cambios teóricos en su propio pasado.