Tras poner el punto final a su novela, iniciada años atrás, se asomó al patio de luces para sentir el fresco. Justo en ese instante una voz con acento andaluz, procedente de algún apartamento, entonó a modo de copla:
No canto pa que me escuchen
ni pa sentirme la voz.
Canto pa que no se junten
la pena con el dolor.
Oído lo cual, el escritor exclamó: “Eso sí que es literatura”. Y aunque el primer impulso fue quemar su novela, finalmente optó por guardarla en un cajón bien hondo.
No canto pa que me escuchen
ni pa sentirme la voz.
Canto pa que no se junten
la pena con el dolor.
Oído lo cual, el escritor exclamó: “Eso sí que es literatura”. Y aunque el primer impulso fue quemar su novela, finalmente optó por guardarla en un cajón bien hondo.
2 comentarios:
Y el cante para ser cante, solamente necesita que el vello se nos levante...
Pues eso no lo había oído nunca, pero está muy bien.
Ya se sabe: "Coplas y cantares, del aire nacen".
Y hay otra que dice:
"Hasta que el pueblo las canta
las coplas, coplas no son.
Y cuando el pueblo las canta,
ya nadie sabe su autor.
Tal es la gloria mayor
de los que escriben cantares:
oírle decir a la gente
que no los escribe nadie".
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