3.7.09

Vivía un hidalgo

Puerto Lápice (Ciudad Real, La Mancha). En el horizonte, molinos de viento.

En un mesón antiguo, un restaurante: se llama Venta del Quijote. Tiene vigas de madera, paredes de cal, patio empedrado, bodega, tinajas, pozo… Todo evoca el sitio donde don Alonso veló las armas, se hizo investir caballero.

Llega un autobús turístico. Sus ocupantes bajan y el guía describe el lugar. Habla en español y un traductor lo vierte al japonés.

Tras la visita alguien pregunta y el intérprete, profesionalmente, traduce su duda:

-¿Viven en este pueblo descendientes de don Quijote o Sancho?

Por un momento el guía se dispone a sacarle de su error, decir “Son pura ficción, nunca existieron”; pero se arrepiente a tiempo. Nadie del grupo interviene. Yo, que presencio la escena, tampoco. El guía, por fin, contesta:

-Quizás viva algún descendiente, pero no puedo asegurarlo.

Y el traductor lo repite en japonés.

5 comentarios:

Blanca dijo...

¡ Bravo por la cultura andante! jajajaja.
Y son diario en algunos lugares.
También uno la riega de vez en vez.

saiz dijo...

Blanca, a mí me pasa que muchos personajes ficticios de libros (novelas, cuentos...) que he leído se me hacen presentes como si fueran reales. Y se me hace muy difícil asumir que ni existen ni han existido nunca.

Blanca dijo...

Hola, sí, realmente nos gustaría que existiera alguno, o convivir con ellos, mejor.No, ejemplos no recuerdo ahora. Hasta Luego.

saiz dijo...

De pequeño, cuando leía las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, se me hacía muy difícil aceptar y asumir la idea de que que ninguno de los dos existía. Es más: que nunca existieron.

De algún modo, tenía en mi cabeza la creencia de que esos dos personajes eran personas; de que vivían en la realidad. Y de que, por eso, algún día podría yo unirme a ellos y a sus correrías.

Blanca dijo...

Que pena que no hayamos estado ahí, que divertidas se daban, terribles!
magníficos personajes, sí.