21.7.09

Cosas de mi carácter

-Es usted un imbécil, Jiménez, siempre ha sido un perfecto imbécil. Primero tuve que enseñarle el oficio (porque cuando llegó aquí no sabía hacer la o con un canuto). Luego le fui delegando tareas, poco a poco para que no metiera demasiado la pata. Después le hice jefe de ventas. Le aguanté los fallos. (Bueno, es verdad que alguna vez le llamé “inútil” delante del cliente; pero oiga, tampoco es para tanto en medio del cabreo. Además, es un pronto, un mal pronto que tengo; cosas de mi carácter. ¿No querría que después me disculpara: “perdone, damisela, si la he ofendido”? Yo nunca fui dado a mariconadas.) Le he pagado más de lo que marca el convenio, a usted, que cuando vino a la fábrica era un muerto de hambre, con una mano delante y otra detrás, que no tenía donde caerse muerto y daba pena ver los zapatos que llevaba. Le puse comisiones para que ganara más, coche de la empresa, dietas de viaje… Y ahora me sale con que se va. Vamos, que se larga. Baja voluntaria. ¿No te jode? Así, por las buenas, desagradecido de mierda; necio, más que necio, que sigue igual de bruto que cuando le conocí. Pues que sepa que allí donde va le van a pagar menos, tanto en fijo como en variable. Ya verá lo que tarda en arrepentirse, tonto de los cojones.

-Sólo voy a decirle a usted tres cosas. La primera: que, salvo los insultos, lo que ha dicho es verdad. La segunda: que también es verdad que en el nuevo trabajo me pagarán menos. Y la tercera: que pienso que allí SÍ van a respetarme.

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