12.3.10

Una conversación privada

Mientras estaba sentado en el tribunal, su esposa
le mandó a decir: “No te metas con ese justo, que
hoy, en sueños, he sufrido mucho por su causa”.
(Mt 27,19)



-¿Qué piensas hacer con el agua?

-¿Qué agua?

-La que has usado para lavarte las manos.

-Pues tirarla, ¿qué quieres que haga?

-La suciedad pasará a la tierra y se quedará para siempre.

-Bien, pues dime qué crees que debo hacer. ¿Ahorcarme, como el que lo entregó? Ya ves que a esos exaltados no hay quien los pare: he mandado que lo azoten y no han tenido bastante; les he amenazado con soltar a Barrabás y lo han preferido. Están dispuestos a todo con tal de matarlo. Si no lo autorizo habrá una rebelión. Lo matarán igual y a mí me arrastrarán con él.

-¿Y si haces que lo crucifiquen el viernes?

-¿El viernes?

-El viernes por la tarde. Seguro que al oscurecer se largan. Esa gente es así: los sábados tienen prohibido hasta sonarse los mocos.

-Quieres decir que podríamos hablar con alguien. Una persona de confianza que lo descuelgue de la cruz cuando todavía no esté muerto.

-Veo que me has entendido.

-Pero ¿qué pasará si después lo ven vivo? Sería volver a empezar.

-Sí, claro, hay que hablar con él. Después tiene que irse: marcharse lejos y no regresar. Fíjate que corre el rumor de que revivió a otros y él mismo podría hacerlo. Pues aun así tendría que largarse. Si resucitara diez veces, lo matarían once.

-Puedo intentar decírselo. A él su vida no le importa. Ya lo has oído: “mi reino no es de este mundo”. Pero quizá acepte por su madre.

-Está claro que, aunque a él lo maten, a su madre no la dejarán tranquila.

-Estaba triste por eso cuando conversé con él. Es el hombre más raro que he conocido. ¿Sabes?: nunca ha estado en Roma pero entiende el latín. Y hay algo insondable en su mirar. En fin, puede que consienta ir con su madre a las montañas, más allá de Damasco… Bajaré a verlo al calabozo.

2 comentarios:

M. Carme dijo...

Has pensado alguna vez, que pasaria si Jesus volviera a la tierra, ¿cuantos traidores lo entregarian?,¿cuantos años viviria?, ¿cuantos se lavarian las manos como el de la historia?

saiz dijo...

Me resulta difícil imaginarlo. Yo creo que Jesús arrastraba a tanta gente porque mantenía gran coherencia entre lo que defendía y su vida. Hablaba a la gente con humildad y él mismo era sencillo. Esta coherencia se mantuvo también después de su muerte, entre sus seguidores durante los primeros años del cristianismo, y de ahí que su doctrina se expandiera con tanto éxito.

Ahora, en cambio, es al revés. Quienes ahora se dicen cristianos no observan la más mínima coherencia entre la doctrina que supuestamente defienden y sus obras.

Imagínate por un momento que Jesús se hubiera vestido como ahora visten los responsables de la Iglesia (con esos gorros o mitras o bonetes, con esas túnicas moradas cardenalicias...). Nadie hubiera seguido a Jesús en esas condiciones. Lo habrían tomado por un chiflado o un payaso.