17.9.09

Un modelo de gestión

Para concluir este informe de gestión, hemos de referirnos a la profundización democrática operada en nuestra estructura durante el último ejercicio.

La elección de cada jefatura de área mediante sufragio de sus miembros (“un hombre, un voto”) permite no sólo el gobierno democrático del conjunto, sino también de cada una de sus parcelas: narcotráfico, prostitución, corrupción institucional, extorsión y venta de armas.

Las cinco divisiones han elegido, mediante votación secreta y directa, sus propios consejos directivos; y éstos a su vez, investidos de la representatividad que les conceden las bases, han designado al rector máximo de la organización.

Se han armonizado así participación y eficiencia, democracia y resultados. Ésta es la clave de nuestro éxito, materializado en el crecimiento de las cinco áreas de negocio.

Igualmente se ha avanzado en la independencia de nuestro sistema de justicia. Los tribunales han actuado autónomamente, sin injerencias de la jefatura al enjuiciar desviaciones. Esto no ha impedido la ejemplaridad de las decisiones tomadas en aplicación de nuestro código (incluida, en caso necesario, la pena capital). Para el próximo ejercicio parece conveniente incidir en la descentralización. A tal fin se crearán tribunales especiales para desvíos en prostitución y corrupción pública, tal como se hizo para los sectores de armas y narcotráfico.

De entre las agrupaciones que operan extramuros de las leyes (o sea, el denominado “sector hampa”), la nuestra se ha afianzado como la más eficaz y cohesionada, merced a su vertebración democrática. He aquí lo que diferencia una auténtica organización, como la nuestra, de una simple banda de secuaces regida por la arbitrariedad.

En suma: una corporación como la nuestra, con un ámbito de negocio inconciliable con la legalidad exterior, requiere fortalecer su entramado jurídico como presupuesto de perduración.

Y esa solidez únicamente puede proceder de su aprobación por cargos electos, lo que otorga legitimación de origen, garantiza el apoyo de las bases y confiere estabilidad organizativa. De ahí nuestro empeño en potenciar los resortes democráticos.

(Aplausos.)

4 comentarios:

aurora dijo...

Me parece que lo entiendo, que puede haber grandes inmoralidades decididas muy democráticamente. Es eso, no?

saiz dijo...

Me alegro de que se haya entendido.

En realidad la democracia, por sí misma (por sí sola), no garantiza nada.

A lo largo de la historia, y puede que también en la actualidad, ha habido democracias inmorales.

-El colonialismo y el imperialismo se han practicado democráticamente:

-Así, Inglaterra (país democrático por excelencia) ejerció el colonialismo en la India.

-Los Estados Unidos, siendo un país democrático, han apoyado golpes de Estado y dictaduras (por ejemplo: en Chile con Pinochet, en Filipinas con Marcos, etc), y lo han hecho porque esos regímenes dictatoriales convenían a sus intereses económicos o geoestratégicos.

-En la República Surafricana, bajo el "apartheid" los blancos votaban en las elecciones para elegir representantes, y sus estructuras democráticas oprimían y marginaban a la población negra (que no votaba).

-Hitler llegó al poder democráticamente en Alemania (aunque más tarde abolió la democracia) y ello a pesar de que en el programa electoral con el que fue elegido figuraba ya el antisemitismo. No las cámaras de gas, pero sí la adopción de medidas discriminatorias hacia una minoría étnica.

Son algunos ejemplos de democracias perversas.

Así que pueden haber injusticias cometidas democráticamente. Puede haber una democracia gangsteril hacia aquéllos que no votan o hacia las minorías que no deciden el resultado electoral.

Sin una base ética y de respeto a los derechos de todos, la democracia (o sea, la mera elección de los gobernantes por la población) no garantiza apenas nada.

Blanca dijo...

Hola, Saiz, he pasado por un grupo, que pretendía con su voto, aprobar ilegalidades, creen que el proceso 'democrático' legaliza. Y desde luego, he luchado contra su absurdo, que mas que absurdo es una imposición de sus intereses personales. Hasta luego, Saiz.

saiz dijo...

Muy buena tu frase, Sandra. Y puede que, pese a todo, el proceso democrático legalice. Pero no siempre legitima. No es lo mismo legalizar que legitimar.