22.9.09

Ripios

También él contaba sílabas. Prefería que fueran ocho. Y si no, endecasílabos. Las hilvanaba en estrofas. A veces tenía que morir alguien para que muerto rimara con huerto; o algo debía ser pequeño para rimar con sueño. Admiraba a Lope cuando “un soneto me manda hacer Violante” o “más de ciento en horas veinticuatro”. Y qué audacia la de Rubén: ligar pálida con crisálida.

Hasta que se examinó del carné de conducir.

El caso es que, con el coche de la autoescuela, tras bordear la rotonda se quitaban los intermitentes. Pero el día del examen falló el mecanismo. Y él continuó, sin percatarse. Ante lo cual, el examinador:

-Quite ya el intermitente,
que se equivoca la gente.


En pareados octosílabos rimados en consonante, le suspendió la prueba. “No apto”. Todo un poema.

El suspendido entendió el mensaje, se pasó al verso libre y no volvió a contar sílabas con los dedos.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Bueno, anduve aquí por las anteriores entradas, dejando comentarios, pero de pronto pense´:
¿es que Saiz no me visita en mi blog? no estoy segura, voy a ir a ver, pero de cualquier forma, te invito a hacerlo . su interesada lectora.
https://siempre-blanca.blogspot.com/

:)

saiz dijo...

Gracias, Blanca. Sí te visito y dejé comentario. Saludos.