1.9.09

Hasta más ver

Mi amigo Diego murió hace tres años. Sin embargo, esta tarde me lo he encontrado en una calle de Edimburgo. He tenido que venir a Escocia por motivos de trabajo, y al salir de una reunión me he topado con él. "¡Diego!", he dicho, y él no se ha dado por aludido. He repetido su nombre y entonces me ha mirado con extrañeza. Me ha costado trabajo explicarme, no sólo porque mi inglés no es bueno sino sobre todo porque cuanto más miraba a aquel hombre más me ha parecido mi amigo.

"Perdone" (he intentado excusarme), "me he confundido. Es usted igual que un amigo mío".

"No tiene importancia. Me llamo Larry", ha dicho él. Y me he dado cuenta de que también su timbre de voz es idéntico al de Diego. Tras lo cual me ha preguntado (sin duda a raíz de oír mi acento) "¿es usted italiano?".

"No, español", he respondido.

El caso es que me he atrevido a invitarle a un té, que finalmente han sido un té y varias copas. Nos hemos contado nuestras respectivas vidas y, aunque la suya no tiene mucha similitud con la de mi amigo, por momentos he tenido la sensación de estar hablando con Diego.

Le he explicado también cómo era mi amigo. "Físicamente era igual que tú" (lo bueno del idioma inglés es que no distingue entre tú y usted, así que en ningún momento hemos tenido que cambiar de pronombre). "El parecido es asombroso, incluso el pelo y los lunares. En lo demás Diego era alegre, apasionado, chispeante... Recuerdo la última noche que estuvimos juntos. Salimos a cenar, bromeamos y al final nos despedimos como siempre: `Hasta luego, Diego´, dije yo. Y él contestó `Hasta más ver, Rafael´. En español riman. Al día siguiente Diego murió de un infarto".

Después Larry y yo hemos hablado de fútbol, de música, de cine (Larry escribe críticas de cine en un periódico)...

Nos hemos dicho adiós con un apretón de manos. Aunque hemos anotado los teléfonos, no tengo previsto regresar a Edimburgo, así que probablemente no volveremos a vernos.

Mientras me he girado para encaminarme al hotel he pensado, para mis adentros, "Hasta luego, Diego". Y en ese momento Larry, como si me hubiera oído, me ha tocado en la espalda y ha dicho "Hasta más ver, Rafael".

4 comentarios:

Blanca dijo...

Que agradable es leerte.
Que sensación mas triste deja esta pequeña historia, deseando que sea verdad en la vida de uno, vaya, quizá sin tener a quien añorar así, y volverlo a ver...pero, si fuera posible...
Gracias Saiz.

saiz dijo...

Gracias a ti, Blanca, por tus visitas y comentarios. Sí, sería maravilloso encontrarse, de pronto y aunque sólo sea por un día o unas horas, con alguien amado que nos dejó para siempre... Si eso pudiera comprarse, ¿qué estaríamos dispuestos a dar por eso?

Blanca dijo...

MIra como es la imaginación, hasta el corazón se ha conmovido y llora por un: si se pudiera... mas de medio mundo haría fila para llevarse sus cuatro horas con el que se fué, a $250.00 la hora. que loca.

saiz dijo...

La muerte de los seres queridos sería mucho más llevadera si uno pudiera volver a verlos, por lo menos una vez al año, y aunque sólo fuese esas cuatro horas que tú dices.

Lo malo de la muerte es que es para siempre. Yo a veces pienso que esta palabra, "siempre", debería ser más larga para dar una idea mejor de la infinitud que implica, algo así como
sieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeempre.