22.2.06

Otra versión

Tras expulsarlo del paraíso, dijo Yahvéh al hombre:

-Porque comiste del árbol del que te prohibí coger diciéndote “no comas de él”, maldita será la tierra por tu causa. Con trabajo sacarás de ella el alimento todos los días de tu vida. Espinas y cardos producirá, y la hierba del campo tomarás. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que retornes a la tierra, pues de ella fuiste tomado.

El hombre dijo:

-En esas condiciones, prefiero ser devuelto a la nada, como antes de crearme.

Yahvéh se apiadó:

-Para que tu existir no siempre sea mezquino, te daré la imaginación. Es un trasunto de mi fuerza. Podrás inventar, fabular, soñar fantasías. Contarlas o escribirlas.

-¿Y en qué consiste eso?

Yahvéh lo explicó someramente.

Y luego el hombre, con un resto de esperanza y un ignorado impulso, empezó a escribir unos libros, o sea, una biblia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A lo mejor la realidad existe para hacer posible la literatura, ¿nunca lo habíais pensado?

saiz dijo...

La verdad es que sí lo había pensado, Sandra. Desde luego, sin realidad no podría existir inventiva ni creatividad. Comemos y bebemos realidad, en sentido real (porque el alimento y el agua que ingerimos son reales y tangibles) y también en sentido metafórico (porque nos nutrimos de realidad para elaborar todas las ficciones).