7.9.10

Lo que más cuenta

Desde que se inventó el felicímetro, todo el mundo anda desconcertado.

Sorprendentemente, en los países muy desarrollados los registros del felicímetro son decepcionantes, a veces inferiores a los de las zonas deprimidas del mundo.

La escala social casi se invierte al compararla con el gráfico de felicidad de sus integrantes.

Los ricos, a la vista de sus bajas mediciones en el felicímetro, se plantean dejar de serlo. (Ahora se ha comprobado científicamente que la opulencia es tristógena, generadora de infelicidad.)

Mucha gente anónima obtiene mejores cotas en el felicímetro que los famosos y admirados.

Algunos que se creían maltratados por la vida, de pronto, al conocer su tasa de felicidad, se saben afortunados.

Hay quienes se descubren raramente dichosos: felices sin saber la causa ni el origen.

El coeficiente intelectual es, a menudo, inversamente proporcional al grado de felicidad medido por el felicímetro.

No pocos minusválidos, físicos o psíquicos, son envidiados por sus elevados índices de felicidad.

Bastantes enfermos dan mayor resultado en el felicímetro que la gente sana.

En algunas personas ha surgido una especie de obsesión por conseguir altos niveles en el felicímetro. Pero, a menudo, cuanto más se empeñan en ello, peores resultados obtienen.

Todo esto ocurre desde que se inventó el felicímetro: el dispositivo que mide, con precisión matemática, la felicidad de cada uno.

2 comentarios:

Noite de luNa dijo...

Entre cosmopaleto y felicímetro, me he reido mucho.
Tienes toda la razón. Parece que hay que luchar más y más para conseguir la felicidad y sin embargo, creo, llega sola, como todo lo demás.

Un abrazo

saiz dijo...

Hola, Aquí, esto es lo grandioso de Internet: que todos disfrutamos y aprendemos de lo que los otros escriben. Este verano he hecho parte del camino de Santiago, y en las iglesias que he visitado me he ido fijando en las marcas que los canteros medievales ponían en las piedras (esa especie de "código de barras"), lo cual aprendí leyendo tu blog, pues hasta ese momento lo desconocía.

Sobre el tema de la felicidad, está claro que es una gran desconocida: alguien a quien seguramente nunca conoceremos bien, pues a menudo creemos que algo nos va a reportar mucha felicidad y después, cuando lo conseguimos, no es así; y, por el contrario, hay cosas que inesperadamente, misteriosamente, nos hacen felices. Yo recuerdo varias definiciones de felicidad que he leído a distintos autores. Algunas me parecen suscribibles, como "Felicidad es la sensación de estar en el camino correcto", o "Felicidad es la ausencia de miedo". Estas afirmaciones creo que van en la buena dirección, pero tampoco terminan de explicar (al menos para mí) qué es exactamente la felicidad.

Un beso.