27.10.10

Reality show

Vivía la realidad como si fuera una ficción, igual que una novela que estuviera leyendo: ¿qué ocurrirá mañana, o sea, en el siguiente párrafo?; ¿cómo continuará la trama?; ¿qué pasará el año que viene, o sea, en el próximo capítulo?...

A fin de cuentas, no hallaba diferencia entre el fluir de la vida y el de las novelas: un poco de previsibilidad, un poco de sorpresa, un poco de emoción, un poco de enredo, un poco de intriga… Y, de vez en cuando, algún giro argumental.

Vivía la realidad como si fuera una ficción: una novela, un drama, una película. Y se le hacía mucho más llevadera.

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