6.2.09

tic tac

Cuando se aburren, me piden que corra.
Cuando se divierten, que vaya más despacio.
Si sufren, quieren que vuele.
Si se enamoran, que me detenga.
Si van ganando el partido, quieren que me haga corto.
Si van perdiendo, que me alargue.
Cuando esperan algo o a alguien, me piden que pase más deprisa.
Y cuando tienen lo que quieren, que no avance.

Pero no puedo complacerlos. Se empeñan en pedirme tantas cosas… sabiendo, como saben, que yo, a la fuerza y por mandato cósmico, tengo que hacer tic tac cada segundo. Precisa e irremisiblemente tic tac cada segundo…

4 comentarios:

Julissa dijo...

Calma, Calma. Todo paso y pasito. Saludos

saiz dijo...

Lo curioso del tiempo es que nadie puede zafarse de él. Uno puede esconderse de la mirada de los otros, uno puede ocultarse del cielo, de la luz, tal vez incluso de la sombra. Tal vez incluso de sí mismo... Uno puede huir y guarecerse de todo o casi todo. Pero del tiempo no es posible zafarse, no es posible huir de él.

Aunque nos metamos en la gruta más oscura y profunda del mundo, el tiempo nos perseguirá. Irá con nosotros, siempre y en todo momento, allí donde vayamos.

Gracias por tus comentarios.

Julissa dijo...

Ùltimamente soy una contadora de segundos, minutos, horas. Mi tiempo esta copado, como no tienes idea y creo que me ha atrapado. Gracias por responder.

saiz dijo...

Gracias a ti, Yahaira, por tus comentarios.

Cuando era pequeño, en casa de mis padres había un reloj que tenía una inscripción en latín: "Tempus fugit", el tiempo huye. Alguna vez pensé sobre esa frase y me pregunté: ¿de quién huye el tiempo?, ¿quién le persigue?

Pero no creo que el tiempo huya. Más bien somos nosotros los que intentamos huir de él, evitando que nos alcance, haciendo todo deprisa para que el tiempo no nos impida hacerlo, luchando contra el deterioro que nos causa...

Pero de poco sirve: no se puede huir del tiempo. Por mucho que nos alejemos, por mucho que nos escondamos, el tiempo nos alcanza.

Aunque estuviéramos en un submarino en el fondo del mar, viajando en una nave espacial o andando por la superficie de otro planeta, el tiempo nos perseguiría y alcanzaría.

Quizá debiéramos cambiar de estrategia, no verlo como a un enemigo e intentar llegar con él a algún tipo de acuerdo o, incluso, de amistad.