7.8.16

Los que van a morir


Noche en las trincheras. Poco más de cien metros separan ambas. En cada una hay soldados de un bando. “Tregua de fumar”, gritan desde una, y los de la otra trinchera aceptan: “tregua de fumar”, confirman. Es agosto de 1938 y en un lugar de España, bajo el cielo estrellado, se encienden pequeñas luces rojas. Cerillas, cigarros. Los que van a morir necesitan fumar. Tras cada lucecilla hay una boca fumando, una cabeza, pero nadie les dispara. Quien lo hiciera sería un cretino, repudiado por sus propios compañeros. La batalla será mañana, con claridad diurna, para intentar tomar las posiciones enemigas. De pronto, inesperadamente alguien grita “¿Por qué obedecemos?, ¿por qué nos sometemos?”.

Desde la otra trinchera se oye bien, y el eco lo amplifica. Lo oyen también los que no están de guardia, los que inútilmente intentan dormir. Durante unos segundos los grillos callan. Luego reanudan el roce de sus élitros y con ellos parecen repetir “¿Por qué obedecemos?, ¿por qué nos sometemos?”.

La pregunta queda en pie. Pasan las horas y nadie responde. Pero las palabras no se pierden en la noche.

“Sí -piensan los soldados-, igual que hemos acordado la ‘tregua de fumar’ podríamos convenir que nadie ataque, irnos de aquí, volver cada uno a su pueblo con su mujer y sus hijos, con su vida… ¿Pero qué pasaría? Nos formarían un consejo de guerra en cada bando, nos fusilarían por deserción. Claro que si el acuerdo fuera entre los mandos, o entre los superiores de ellos…, entonces no habría nadie que apriete el gatillo, nadie dispuesto a fusilar a nadie… ¿Y por qué no es así?”.

Por la mañana en la batalla los corazones laten fuerte, redoblan, martillean (algunos hasta apagarse) “¿Por qué obedecemos?, ¿por qué nos sometemos?”.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Hola, una vuelta para saludarte amigo, buena fortuna.

Saiz dijo...

Hola, Blanca. Lo de la "tregua de fumar" en un frente de la guerra civil española es verdad, me lo contó alguien que lo vivió personalmente. Entonces mi imaginación fue un poco más allá, y me pidió escribirlo. Gracias por tu visita y comentario. Buena suerte para todos, tú y yo incluidos.