25.3.08

Entre sueños

Se veían sólo los fines de semana, porque ella pasaba los días laborables en otra ciudad a causa de sus estudios. Los sábados solían ir al cine y a cenar. Si después deseaban estar solos, tenían que ir al garaje donde el padre de él guardaba el coche. Aquella noche hacía frío, así que se metieron en el coche y pusieron el motor en marcha para poder conectar la calefacción.

Los encontraron al día siguiente, muertos, dentro del coche. Los dos estaban tendidos sobre los asientos reclinados, cogidos de la mano y semidesnudos.

Sin duda se quedaron dormidos y la combustión del motor consumió todo el oxígeno.

La muerte, suavemente, les visitó entre sueños.

Quienes vieron los cuerpos enlazados y la expresión de sus rostros exclamaron “qué pena”, pero por dentro pensaban “qué envidia: es justo la clase de muerte que querría para mí”.

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