22.2.08

¿Tienes alguna duda?

No sé cómo, pero me había muerto. Entonces aparecí en un sitio, algo así como la sala de espera de un dentista. Vi más personas sentadas a mi lado, todas en silencio. No había revistas ni hilo musical.

Aunque nadie me informó, sabía que en el despacho contiguo había un juez: el Supremo Juez. Así que empecé a pensar cómo me dirigiría a Él: ¿le hablaría de tú (como en el padrenuestro: que estás en los cielos) o de vos (como en el Señor Mío Jesucristo: por ser Vos quien sois…)?. Me decidí por una fórmula intermedia: le trataría de usted.

Entonces oí decir mi nombre por megafonía. Me levanté, toqué con los nudillos en la puerta y entré.

Allí estaba Él, hojeando unos papeles. Debía ser mi expediente personal. Quise mirarle al rostro, pero una luz intensa que de él emanaba me lo impidió.

Entonces me dijo: -Siéntate. Antes que nada, ¿tienes alguna duda?

Me senté y pregunté, a mi vez: -¿Alguna duda sobre el juicio final?

-Alguna duda en general, aclaró.

Entonces dije: -Bueno, la verdad es que tengo muchas. La primera es para qué me creó Usted sin yo pedirlo. La segunda es por qué, pudiendo haber diseñado un mundo armónico, lo hizo tan complicado y desigual. La tercera es por qué permite que la gente sufra, que mueran los niños, que haya guerras, epidemias, catástrofes… Quiero decir: ¿todo eso pasa porque Usted quiere, o pasa porque sí?

Creo que iba a responderme. Yo estaba expectante y el corazón me latía con fuerza. Sí: Él se disponía a responderme pero en ese momento sonó el despertador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tambien es mala suerte. Pudiste hacerte rico contandolo luego en un libro: Los secretos del Todopoderoso.

saiz dijo...

Gracias por tu lectura y comentario.

Sí, la verdad es que un libro con ese título y sobre todo con ese contenido (pero contenido veraz, no el mero fruto de un sueño), sería magnífico. No habría dinero suficiente para comprarlo. (Aunque ¿lo entenderíamos?)

Saludos, y gracias otra vez.