26.1.11

Las hierbas que él arrojó

Me revienta esta mierda de trabajo. Me revienta trasladarme, cambiar de ciudad cada vez que la empresa termina una obra. Me revienta tener que mudarme todos los años.

Se acumulan trastos en la casa. La mitad de lo que uno guarda (recuerdos, papeles…) no sirve para nada. No merece la pena conservar estas estanterías. Ni tampoco el abrigo pasado de moda, ni los zapatos desgastados, ni el jersey que ya suelta pelusa.

Tiro a la basura todo eso. ¿Para qué llenar de bártulos el camión de mudanzas?

Y ahora viene lo peor: clasificar y empaquetar lo que sí voy a llevarme.

Me tomo un respiro, me asomo a la terraza y desde allí veo a alguien: Un hombre que busca entre la basura cosas aprovechables y que, tras mirar dentro de un cubo, saca y se lleva mi jersey, mi abrigo, mis zapatos…

5 comentarios:

M. Carme dijo...

Las cosas hoy estan así, unos aprovechan lo que otros desechan. bueno, malo, depende del color con que se mire. Si son cosa que aún valen la pena pero por el motivo que sea ya no las queremos, es bueno que otro las pueda aprovechar. lo malo es cuando el que lo aprovecha , no lo hace por el hecho en si, sino porque no tiene màs remedio que buscarse la vida en el contenedor.

saiz dijo...

Así es, M. Carme. Y siempre estamos protestando (como la persona que habla en el relato), quejándonos de nuestra mala suerte, sin comprender que muchos lo pasan peor que nosotros; que muchos se sentirían afortunados con lo que despreciamos, con aquello que a nosotros nos sobra. Siempre ha sido así, probablemente esté inscrito en nuestra naturaleza. El título del relato alude a ese poema de Calderón según el cual un sabio se lamentaba de su mala suerte pues sólo comía hierbas, y cuando se dio la vuelta vio a otro cogiendo las hierbas que él había arrojado. Ya digo: pasaba en tiempos de Calderón y sigue pasando ahora, porque nunca aprendemos a valorar lo que tenemos.

Blanca dijo...

Hermosas reflexiones de ambos.
Les cuento, en repetidas ocasiones, siento la compulsión de regalar tantas cosas que se van juntando en el ropero, como ahora, que arrecia el frío y acá en este caluroso pueblo, la ropa de invierno nos dura veinte años, porque solo las usamos 6- 7 días al año. Así que ya sabrán, este año, ya se fueron y las necesidades en otras zonas, son mayores. Ciao.

saiz dijo...

Gracias, Blanca. El caso es que nos sobran muchas cosas pero, aun así, nos quejamos.

saiz dijo...

Gracias, Blanca. El caso es que nos sobran muchas cosas pero, aun así, nos quejamos.