Cuando el jefe me trata mal, maltrato a mis subordinados.
Si los que mandan me denigran, denigro a los inferiores.
Así me desquito.
Supongo que los demás hacen lo mismo: reacción en cadena, como fichas de dominó que se abaten unas a otras.
Los domingos insulto al árbitro y me resarzo de mi vejación semanal.
Mi estatus de agredido se compensa con el de agresor. Una equis en la quiniela.
Hasta hoy.
Porque esta mañana, en la fábrica, el candado no abría. De modo que he cogido una cizalla y he apretado con todas mis fuerzas. No podía creerlo: la cadena se ha roto, se ha partido. Así que, mira por dónde, soy más fuerte de lo que pensaba.
Al ver el eslabón suelto, me he propuesto romper otras cadenas: No tratar mal al que me maltrate. No insultar aunque me insulten. Respetar a quien no me respete.
La pregunta es ¿seré capaz?
18.3.11
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3 comentarios:
Nada es fácil, pero no se deben hacer las cosas porque las hacen los demas, sino porque es lo que nosotros consideramos que debemos hacer. Lo que esta acorde con nuestra personalidad y nuestra forma de ser, tal vez asi ya no se llegue a formar esa cadena de maltrato alos demas en general.
Saludos
Hay que intentarlo, M. Carme, aunque sea difícil sustraerse a esa cadena (des-encadenarse) y romperla por algún sitio. ¿Te has fijado que una cadena, por muy larga que sea, si se le parte un solo eslabón ya no es una cadena?
Hay que intentarlo, M. Carme, aunque sea difícil sustraerse a esa cadena (des-encadenarse) y romperla por algún sitio. ¿Te has fijado que una cadena, por muy larga que sea, si se le parte un solo eslabón ya no es una cadena?
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