Uno escribió “apenas tenía imaginación, pero inventó cuentos junto a mi cuna”.
Otro escribió “compartió conmigo su luz y su alegría”.
Otra escribió “cuando ya no tenía fuerzas para nada, aún sacaba fuerzas para mí”.
Otra escribió “toleró mis errores”.
Otro escribió “respondió a mis gritos con palabras suaves”.
Otra escribió “después de engañarla, volvió a confiar en mí”.
Y cada uno plegó varias veces su papel hasta hacerlo diminuto y entre todos, silenciosamente, los colocaron sobre aquel cuerpo. Y al trasladarlo tuvieron sumo cuidado de que ninguno de los papeles se cayera, porque sin ellos el lívido despojo perdería su textura.
9.3.11
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