En la playa se fue haciendo de noche pero el mar me pedía seguir dentro.
Hasta entonces no había reparado en aquéllos que a mi lado flotaban: los deseos, las ilusiones, los fugaces destellos de alegría… También la decepción, los desengaños, todo lo que se fue por el camino…
Allí estaban, flotando junto a mí.
Extendí los brazos para abarcarlos. Removí a unos con otros y les dije:
-No sabía que vivierais aquí, ni tampoco que fuerais amigos.
-No vivimos aquí (me contestaron). Sólo hemos salido a nadar un rato: a nosotros también nos llamó el mar. En realidad estábamos en ti y ahora tenemos ya que regresar.
-Lo comprendo (añadí entonces). Me sois.
Asintieron. Y poco a poco entraron otra vez, volvieron al lugar donde residen.
8.3.11
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