Lo que veis en la pizarra es un mapa del mundo. Un mapa físico.
Y ahora, queridos niños, vamos a convertirlo en mapa político.
Pero antes voy a pincharme, con este alfiler, un dedo. Luego pondré unas gotas de sangre en la punta de la tiza y dibujaré unas líneas sobre el mapa. Esas líneas se llaman fronteras. Las pintaré así (rojizas, mezcla de sangre y yeso) para que, siempre que veáis un mapa del mundo, recordéis que sus rayitas se hicieron con sangre.
19.11.07
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