Tuvimos que llevar a mi padre a un hospital para que le operasen. Como el hospital estaba a 200 kilómetros, hubo que dejar a mi hijo de ocho años con una cuidadora. Antes de viajar preparé a mi hijo para lo peor:
-Es una operación muy delicada. No sé si tu abuelo la superará.
Y él:
-Quieres decir que puede morirse.
-Podría ser. La muerte es una cosa natural. Hay que aceptarlo así. Podemos intentar retrasarla, pero nada más. Es como tu muñeco de nieve –dije, señalando al hombrecillo blanco que el día anterior él había hecho en el jardín-. Cuando le dé el sol, se derretirá.
Dos semanas después regresamos, con mi padre restablecido. En cuanto saludé a mi hijo, la cuidadora me abordó:
-El niño se ha portado bien, pero no pude quitarle de la cabeza la idea del frigorífico.
Entonces observé que alrededor del frigorífico había un montón de botellas, latas y envases. Mi hijo los había sacado del aparato.
Al igual que vosotros, antes de abrir el frigorífico ya imaginé lo que había dentro.
19.7.11
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3 comentarios:
Ah, bueno, no se, lo que a mi se me ocurrió, fue que estaba preparando la nueva estancia para el abuelo, pero si, es posible que hubiese sido lo que yo pienso que tu estabas pensando, jeje. A tout a l'heure.
Gracias, Blanca, por tu comentario. Ya he vuelto después del paréntesis de agosto. Luego paso por tu blog.
Hola, hola..
Ya he vuelto y no puedo entrar al blog de Blanca.
Besos a los dos.
Besos amigos
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