Si resulta que sí, que al final hay un juicio, alguien a quien rendir cuenta de nuestros pasos, y el juez es el mismo que diseñó esto… En tal caso, sería más asumible si admitiera preguntas. Si, antes o después del veredicto, permitiera inquirirle:
¿Por qué lo hiciste así?
¿Por qué tan cruel, tan desigual, tan arbitrario?
¿Por qué el éxito de lo injusto?
¿Por qué el azar que no atiende a razones?
¿Por qué las vidas segadas, las masacres, las hambrunas?
Debe de haber una respuesta, una explicación para todo. Puede que, tras oírla, nos resulte entendible. Incluso convincente.
Si el Inextricable pesa con su balanza nuestras acciones, ¿podremos también nosotros medir (una vez corregido nuestro rasero) las suyas?
28.6.11
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