Año 1937. Guerra civil.
En un lugar de España y pese al fragor de los obuses, por amor, por deseo o por ambos impulsos un hombre y una mujer –sin reparar en consecuencias- se ayuntaron.
Tras la fecundación, los espermatozoides no concebidos, al constatar que no les había tocado salir al mundo a vivir la guerra y la posguerra, suspiraron con alivio.
Los óvulos no germinados, también.
"¡Menos mal! De la que nos hemos librado... ¡Qué buena suerte hemos tenido!", exclamaron unos y otros, al tiempo que se compadecían por los sí fecundados.
25.10.10
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