He tenido que saltarme algunas normas. Leyes sanitarias, mortuorias, policía de fronteras. Incluso inventar una empresa de congelados: no es fácil recorrer el mundo con un cadáver. Pero a partir de ahora lo que hago es legal. Aquí en el Tíbet es legal. Dar a los buitres el cuerpo de mi madre. Dejárselo comer.
Les veo picotear sus manos. Las manos que me abrazaban. Las que, siendo yo pequeño, hacían un agujero en la sandía y sacaban su pulpa para convertir la cáscara hueca, con una vela dentro, en un farol. Esas manos no han muerto, ahora vivirán.
Comen sus piernas, últimamente torpes, ágiles antes para subir escaleras silbando, anunciando su llegada a casa, ese sonido alegre de mi niñez.
Hace frío, pero no es por eso que tiemblo.
Hunden sus picos en la cabeza y no cierro los ojos, porque quiero ver cómo devoran la frente y su interior, el lugar donde habitaban el cariño y la risa, la materia carnosa o gris en que vivieron.
Cuando ellos mueran, otros comerán sus cuerpos.
Los buitres han terminado su tarea. Vuelven al cielo. Con sus alas de ángel me dicen adiós y yo les respondo “feliz día, mamá”.
28.10.09
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7 comentarios:
Es así de verdad.
El ciclo de la naturaleza, creo que le llaman.
A nosotros nos resulta durísismo, ellos tampoco entienden nuestras costumbres.
un abrazo
Pero es bonito, Luna, pensar que la materia de un ser querido continúa viva, ahora convertida (tras su muerte) en parte de la materia de otro ser vivo, en vez de estar pudriéndose en un cajón. Desde luego, tiene su sentido...
A mi me parece cruel e insoportable, Saiz.
Seguramente es una cuestión de sensibilidades. En fin, que cada cual elija el final de su materia (de su sustancia física): inhumación, cremación... o esa otra posibilidad que algunos pueblos aún practican.
En todo caso, aunque no exista la reencarnación, lo que sí hay indudablemente es rematerialización. Porque, tras la muerte, nuestras moléculas y átomos siguen presentes en el universo, de una o de otra forma, en un estado u otro..., formando parte de un ser vivo o de un ser inerte.
Lo que pasa es que una vez que entregue el envase, ya no estare ahí y no me importara lo que pase con el,y estaré ocupada en otras cosas, ahora si que mas ligeras. Jeje. Hace unos días, hablaba con mi hija de este tema del cuerpo, ella, estudiante de quimica, decía que el cuerpo no se transforma en vida de nuevo, que solo es pasto para que los reales gérmenes de la vida, se nutran en +el , algo así. !!Hay esta juventud!!
Os aseguro que no tengo ni idea.
Tampoco lo pienso demasiado
¿Para qué? si no voy a enterarme despues del último suspiro...creo.
Lo peor, es que si me reencarno, me entero de lo que han hecho y no me gusta, puedo enfadarme.
Con permiso SAiz.
No te apures, Aqui me quedaré, al reencarnar no recuerdas tu pasado, es muy difícil.
jejeje.
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