Se ve a sí mismo en el periódico, en la foto que ilustra el reportaje que hoy se publica sobre él. Lo que viene al lado es una parte de su vida:
“En los veinte años que lleva en África ha fundado más de cien escuelas. En la primera que creó, él era el único maestro. Después de alfabetizar a unas cuantas decenas de jóvenes, consiguió que una parte de ellos se dedicara a enseñar, a su vez, a otras personas.
También ha fundado un centenar de cooperativas agrícolas, cuyo primer objetivo fue construir canalizaciones para el abastecimiento de agua. Una parte del beneficio se ha destinado siempre a microcréditos para poner en marcha otras cooperativas. La alfabetización de los campesinos ha favorecido el uso de sistemas de cultivo más eficaces, así como la creación de bancos de semillas.
Gracias a su empuje se han construido, asimismo, varios orfanatos y hospitales...”.
Termina de leer y comprueba que es un resumen incompleto. Porque omite la parte esencial: el día que, veinte años atrás, conducía su coche y otro vehículo le adelantó en raya continua. Le dio rabia y por eso aceleró, no permitió que el otro coche volviera al carril derecho y en la siguiente curva chocó con un camión.
Murieron tres personas: un matrimonio y un niño, los ocupantes del coche que le había adelantado. El conductor del camión resultó herido.
Si él hubiera facilitado el adelantamiento, aquel accidente no habría ocurrido. El coche habría vuelto al carril derecho y no habría chocado con el camión que venía en sentido contrario.
El reportaje omite el hecho trascendental de su vida: el que le movió a dejarlo todo, a venir a África, a sacar fuerzas de flaqueza y a poner en marcha esos proyectos. Omite un dato crucial. Un hecho que sólo él sabe. Un acto irreflexivo pero horriblemente dañino, que duró dos segundos y le cambió por dentro.
18.9.09
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4 comentarios:
Sin comentarios, pero si estuve y leí.
Gracias.
Gracias, Blanca. El relato obviamente es ficción. Y sólo trata de expiación, de capacidad de asumir, de cambiar, de revolverse (y vengarse) contra el mal propio: contra el daño que uno es capaz de causar a los otros. También (en su pequeñez) quiere tratar de lo insondable del ser humano (de cada ser humano), de las razones ocultas que le llevan a actuar de una determinada manera. Hay un aserto según el cual "Cada hombre es un abismo, y cada mujer lo mismo".
Es lindo Usted, Saiz, tan atento. Sucede como en esta ocasión, sus relatos me dejan sin palabras, así como para darme tiempo de digerir todo eso, a veces nó, reacciono en automático e inmediato. Que maravilla su cerebro, (como el mío, como el de muchos) capaz de producir tanto y tanto, a mi me maravilla, todo lo que traemos en el cerebro, sin extraer todavía. jeje, que reflexión,¿no? Saludos.
Muchas gracias, Blanca. (Por cierto, preferiría que me tuteases, como yo a ti: aquí en Internet -o por lo menos en esta página- todos somos de la familia). Saludos.
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