27.5.09

Erratas

Otros coleccionan sellos, mariposas, relojes de arena. Tú coleccionas errores. Errores ajenos. Devoras periódicos y recortas cuantas noticias tratan sobre errores. Un oleoducto incendiado por imprevisión del ingeniero, un accidente aéreo por descuido del comandante, trenes que han chocado porque se distrajo el guardagujas, futbolistas que al despejar marcan gol en propia meta, errores judiciales, negligencias médicas (esto sobre todo).

Te gusta agrandar la colección. Aligeras así tu propia culpa. Hace veinte años cometiste un error. Desde entonces lo arrastras. Eres traumatólogo y generalmente trabajas bien. Menos aquella vez. Erraste el diagnóstico, erraste el pronóstico, lo erraste todo. Aquel niño perdió una pierna, al final hubo que amputársela. Llevas veinte años sin verlo (cambiaste de clínica, te mudaste de ciudad) pero cada día te visita. Varias veces. Él ignora que fue culpa tuya, pero tú estas seguro. David Altozano Fuentes: tres palabras, tres pedradas cada despertar. Y necesitas saber que los demás también fallan. Mal de muchos… Por eso coleccionas errores.

Pero hoy las tres pedradas vienen en el periódico: “David Altozano Fuentes. Entrevista con el tenor”. No puede ser, pero sí. Lo lees: es él, no cabe duda. Tiene 31 años, barba crecida, ya no se parece al rostro que ves cuando despiertas. Habla de sí mismo: su carrera, sus inicios en el canto, el éxito reciente. También alude a su vida privada: está casado, tiene una hija, dice ser feliz. El entrevistador le pregunta: “¿Cómo le afectó a usted perder una pierna?”. David contesta: “Fue un accidente desgraciado. Los médicos hicieron lo que pudieron, pero no resultó. No obstante lo encajé bien. Supongo que tuvo algo que ver con mi posterior vocación por la ópera: ya que no podía jugar al fútbol como los demás niños, aprendí solfeo y me apunté a un coro”.

Mentira: el médico (no sé por qué lo dice en plural) no hizo lo que pudo. Hiciste algo pero lo hiciste mal.

Miras la foto, miras los ojos de la foto.

Tal vez David Altozano Fuentes y tú tengáis pendiente un encuentro. Y respecto a tu colección, en la calle hay contenedores para el papel reciclable.

2 comentarios:

Carla dijo...

Magnifico! Me ha gustado mucho este cuento. Es verdad que muchos de nosotros arrastramos errores a lo largo de la vida, cosas de las que no nos podemos olvidar. Pero despues de varios años me he hecho a la idea de que todo tiene un porq...y de que nuestros actos se encadenan con los de los demas, como en un rompecabezas.
Besos, un placer leerte

saiz dijo...

Gracias, Saphira. Me han gustado tus palabras. El relato también pretende expresar (bueno, ésa era mi idea cuando lo escribí) la importancia del auto-perdón, ya que muchas veces somos más proclives a perdonar las faltas y descuidos de los demás que nuestras propias faltas y nuestros propios descuidos. Mucha gente se culpabiliza y se auto-reprocha de por vida por haber realizado un acto o haber incurrido en una omisión. Y es una espina que llevan clavada y nunca se consiguen sacar. A ellos podría decírseles(decírsenos, porque creo que todos nos hemos visto en esa situación) que autoperdonarse es tan importante como perdonar a los otros. Porque, en cierto modo, "el perdón bien entendido empieza por uno mismo".