Feria en el pueblo. Luces de colores. Hay noria, tiovivos, carrusel, tómbolas. También un circo. Por sus altavoces anuncian: “Pasen y vean a la mujer-pájaro. Lady-bird: la estrella del circo. Funciones a las seis y ocho y media”.
Al niño le compran un globo. Un óvalo naranja que cae hacia arriba. Se lo atan del brazo para que no lo pierda.
Al cabo de un rato el hilo se rompe. El globo asciende y el niño estalla en sollozos.
La gente se ve reflejada en él. ¿Quién no lloró, de pequeño, al ver alejarse su globo de gas?
De la carpa del circo sale algo. Es Lady-bird, la mujer-pájaro.
Con su mochila propulsora se eleva sobre el recinto, atrapa el globo, desciende, pregunta de quién es, lo entrega al niño.
Ahora los ojos del pequeño no caben en sí.
Tras haber asistido al mayor espectáculo (devolver la sonrisa a un niño), los presentes empiezan a aplaudir. Y al hacerlo, se resarcen del día en que perdieron un globo y ninguna mujer-pájaro se lanzó a atraparlo.
7.5.09
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2 comentarios:
Un bello angel moderno la tal Lady-Bird, tambien a mi se me han escapado algunos globos
jajajaja
besos amigo
Ya ves, Saphira. Yo todavía recuerdo cuando, teniendo tres o cuatro años, se me voló un globo de gas. Era de color amarillo. Mi madre me lo había atado en la muñeca pero, no sé cómo, se soltó. Si cierro los ojos todavía puedo ver las luces de la feria y el globo amarillo perdiéndose, cielo arriba, en la noche.
Creo que, con algunas diferencias de matiz, esta vivencia la hemos tenido todos. Y después, en los años siguientes, hemos perdido o se nos han escapado otros muchos globos, aunque no siempre fueran de gas.
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