Cuando el jefe me trata mal, maltrato a mis subordinados.
Si los que mandan me denigran, denigro a los inferiores.
Así me desquito.
Supongo que los demás hacen lo mismo: reacción en cadena, como fichas de dominó derribándose unas a otras.
Los domingos insulto al árbitro y me resarzo de mi vejación semanal.
Mi estatus de agredido se compensa con el de agresor. Una equis en la quiniela.
Hasta hoy ha sido así.
Pero esta mañana, en la fábrica, el candado no abría. De modo que he cogido una cizalla y he apretado con todas mis fuerzas. Apenas podía creerlo: la cadena se ha partido. Mira por dónde soy más fuerte de lo que pensaba.
Al ver el eslabón roto, me he propuesto quebrar otras cadenas: No tratar mal a quien me maltrate. No insultar aunque me insulten. Respetar al que no me respete.
La pregunta es ¿seré capaz?
29.5.09
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4 comentarios:
Aqui en Argentina es un tema de todos los días, la violencia contenida, el hecho de que la gente se empuja en los transportes y nadie pide permiso o disculpas. Es increible como hay una rabia general hacía los semejantes, por color de piel, estatus social, etc.
Besos como siempre muy bellos tus escritos
Gracias, Saphira, por tu comentario y por ser tan fiel lectora. Que pases un buen fin de semana. Yo hasta el lunes estaré en un sitio sin ordenador ni acceso a internet. No viene mal de vez en cuando: así hay tiempo para escribir y leer (en papel). Besos igualmente para ti.
Entonces eso es lo que tiene mi gente, violencia, cuando te miran con insolencia, descaro y enfado porque pasas y/o saludas, cuando antes te respondían el saludo hasta con alegría, y preguntaban por tu salud y tu familia y etc.
(después de tanto leerte también, hola, Shapira)
Gracias, Blanca. Te pido disculpas por no contestarte antes. No sé el tiempo que llevarán aquí tus comentarios.
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