Ésta es una historia vulgar, real.
El fotógrafo quiere hacer una foto perfecta. Una pequeña obra de arte.
Se trata de fotografiar, por encargo, a un niño de siete años. A un niño inquieto y torpón.
El fotógrafo pide al niño que mantenga erguida la cabeza, que abra menos la boca, que no tuerza los ojos…
Pero el niño no entiende, o no sabe hacer, lo que le piden.
El fotógrafo entonces se impacienta, refunfuña, se altera, grita al niño.
Al final la foto es un éxito de encuadre, luz y sombra. Una foto logradísima de… un niño llorando.
(¿Y no era eso –la luz, la sombra, el encuadre- lo que en verdad le preocupaba? Entonces, señor fotógrafo, no hay razón para no estar orgulloso.)
Ésta es una historia vulgar, real. Es la historia de mi foto de primera comunión.
Siempre que la veo (enmarcada, en casa de mis padres) me entran ganas de romperla y poner otra: la foto, puede que movida y desenfocada, de un niño riéndose.
26.11.08
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2 comentarios:
La foto perfecta más imperfecta que puede haber, tengo para coleccionar un montón de fotografías, claro que son de cuando era pequeña. Cada acontecimiento y "sonrie" (en son de mandato), el flash de nuevo... no sabían como me sentía por dentro, pero bueno...
Gracias por dejarme el comentario en mi blog. Te estaré visitando seguido.
Saludos
Yahaira
Muchas gracias, Yahaira, por tu visita. Me alegra mucho que pases por aquí.
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