Mi pareja y yo tenemos fobia a las cucarachas. Y más aún a sus cadáveres.
Un día apareció una cucaracha muerta en un rincón del comedor, detrás de una estantería. Yo simulé no haberla visto, y mi pareja (según me confesó luego) también. Ambos esperábamos que el otro la viese y la tirase. Pero no: el uno por el otro, la cucaracha sin barrer.
El cuerpo del insecto (al que llamé Gregorio Samsa) permaneció allí, panza arriba y de córpore insepulto, durante medio mes.
Finalmente ninguno de los dos la tuvo que retirar. Lo hicieron, poco a poco, las hormigas.
3.12.07
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2 comentarios:
Es todo un ecosistema.
Gracias por tu comentario. Y discupla que no te haya contestado antes: no sé cuánto tiempo llevará ahí.
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