En la isla de Róbinson sólo vive Róbinson.
Nadie manda en él, ni él manda en nadie.
En la isla de Róbinson nadie explota a otros. Nadie humilla
ni es humillado.
En la isla de Róbinson no hay vejaciones ni abusos. No hay injusticias. No hay castas, clases, estamentos…
No hay amos ni criados. No hay señores ni siervos.
Allí no hay guerras, ni expolios, ni opresión.
Aquella isla está libre, exenta de todo eso.
No estamos hablando de una arcadia. La vida no es fácil en
la isla, y de hecho Róbinson desea ser rescatado: volver a su país, a la sociedad.
Pero sabe también que, cuando deje al fin su isla, habrá
cosas de ella que echará de menos.