24.12.10

Ésos que antes venían
ese tropel de gente
renos
trineos
pajes
camellos
reyes…
siguen viniendo
siguen llegando a casa
sólo que ahora eres tú

quien los empuja

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

NOTA: Este blog no tendrá actualizaciones hasta enero de 2011



22.12.10

Sobre tus piedras lunares

-Pero no es igual. La última vez tenías 36 años y ahora has cumplido 54. No es probable que tus facultades sean las mismas: equilibrio, aptitud cardíaca y pulmonar, resistencia antigravitatoria…

-Bueno, he seguido un programa de reentrenamiento. Podría pasar un test psicofísico.

-Aparte de eso, en este momento disponemos de suficientes candidatos.

-Pero no con mi experiencia.

-No, claro: hay pocos astronautas que hayan estado en la Luna. Pero tampoco hay previsión de viajes lunares a corto plazo. Son un dispendio. Ahora los proyectos tripulados tienen un enfoque más práctico: laboratorios, misiones orbitales…

-Quien pudo lo más, puede lo menos.

-Está bien: haré que se estudie tu solicitud. Pero dime, en confianza, ¿por qué quieres volver al espacio?

-Te lo diré si me guardas el secreto.

-Somos amigos, ¿no?

-¿Sabes? La última vez que vi la Tierra desde allí arriba pensé: “En aquel planeta hay tres personas a quienes detesto: tres humanos a los que guardo rencor”. Pero ahora me he reconciliado con ellos. Los he perdonado y ellos a mí. Así que quiero volver a lo alto y poder decir: “En aquella bola azul no hay nadie hacia quien sienta odio”.

18.12.10

Párvulos

Vienen al mundo sin saber leer y a los cinco años pasan por la maestra,
y la maestra les enseña
“la pe con la a pa”,
“la jota con la u ju”,
y salen de allí sabiendo leer,
y la maestra ya no vuelve a verlos,
y luego otra generación
y otra
y otra,
así cincuenta años enseñando lo mismo,
y la maestra se pregunta:
-¿Qué habrán hecho con lo que les enseñé?, con la ju, con la pa,
¿las habrán usado para hacer reír, o para humillar a otros?,
¿para invadir países, o para curar gente?
¿Qué habrán hecho mis niños
ya mayores,
ya adultos,
qué habrán hecho con lo que yo les enseñé?

13.12.10

Mi copia

Ayer me encontré, casualmente, con mi clon. Tiene 8 años. Está igual que yo cuando tenía su edad (pero menos gordo: se ve que sus padres adoptivos cuidan mejor su alimentación).

Le saludé y, como no sabía de qué hablar con él, le dije:

-Eres, o vas a ser, miope. Así que, cuando cumplas doce años, pide que te lleven al oftalmólogo. Para que no te pase lo que a mí, que estuve un año entero con dolor de cabeza y sin saber que necesitaba gafas. Ah, cepíllate los dientes a diario y no tomes demasiados caramelos. De otro modo tendrán que empastarte todas las muelas. Te lo digo por experiencia: tenemos, o sea, nuestra dentadura tiene, propensión a las caries.

Nada más que eso le dije: unos pocos consejos de salud. Luego le di una palmadita en la espalda (por un instante sentí que me la daba a mí mismo) y me despedí:

-En fin, chaval, ojalá saques más partido que yo a nuestro cuerpo. Ojalá te vaya mejor que a mí.

Iba a añadir "ojalá la copia sea mejor que el original", pero me contuve a tiempo.

Y eso fue todo lo que hablé con mi clon. Sé bien que, aunque sea igual que yo, es otra persona. Sé bien que, aunque seamos lo mismo, no somos el mismo. Así que ¿qué otra cosa podría haberle dicho?

9.12.10

No marques las horas

Cuando se aburren, me piden que corra.
Cuando lo están pasando bien, que vaya despacio.
Si sufren, quieren que vuele.
Si se enamoran, que me detenga.
Si van ganando el partido, quieren que me haga corto.
Si van perdiendo, que me alaaargue.
Cuando esperan algo o a alguien, me piden que pase más deprisa.
Y cuando tienen lo que quieren, que no avance.

Pero no puedo complacerlos. Se empeñan en pedirme tantas cosas… sabiendo, como saben, que yo estoy obligado a hacer tic tac cada segundo. Precisa, invariablemente tic tac cada segundo.

1.12.10

Mentiras piadosas

A los 15 años la fe me dejó. No fui yo quien la dejé, sino ella quien me abandonó a mí.

Fue un proceso normal, o eso me parece. Los conocimientos que fui adquiriendo, las lecturas que hice, mi extrañeza ante las incoherencias bíblicas, las preguntas que me asaltaban… El caso es que en poco tiempo dejé de creer en lo que de pequeño mis padres me inculcaron. Pero a ellos no se lo dije. Ni entonces ni después. Ellos son sumamente religiosos. La religión es el eje de sus vidas. Si se lo dijera, les causaría gran sufrimiento. No un disgusto trivial, sino un daño intensísimo. Me los imagino pensando: “Nuestro hijo va a condenarse por toda la eternidad”, y culpabilizándose: “¿Qué hemos hecho mal?; ¿en qué hemos fallado al educarle?”.

Así que he seguido fingiendo que creo. Incluso yendo a misa.

Y esta mañana, para mantener la ficción, he tenido que confesarme. Le he dicho al sacerdote:

-He mentido.

Y él ha preguntado:

-¿En cosas importantes?

Entonces se lo he contado todo:

-Llevo toda mi vida mintiendo a mis padres. Ellos son creyentes y no conciben que un hijo suyo no lo sea. Pero yo dejé de creer hace años. Nunca se lo he dicho porque les haría un daño horrible. Pensarían que voy a condenarme y se sentirían culpables. Por eso aparento creer: vengo a misa con ellos, me confieso… pero no tengo fe. No soy creyente sino agnóstico. A veces pienso que lo que hago es indigno. Indigno para mí, por aparentar lo que no soy, y para ellos, por mentirles. Pero, comprenda, son mis padres y ¡es tanto el daño que les causaría!

Y el sacerdote me ha dicho:

-Hijo, no sé qué aconsejarte. Pero está claro que tú no tienes culpa de no creer. Y en cuanto a tu mentira, es una mentira muy sacrificada, muy caritativa. Una mentira llena de amor. Seguro que Dios la ve con buenos ojos.

Y me he vuelto a mi banco. Y aquí estoy, sentado en medio de la iglesia, dándole vueltas a la cabeza y sin saber si creo o no.